Días grises

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Viernes 25 de agosto.

Mía.

Dante vino a mi casa para hablar con mi madre acerca de lo nuestro. Yo estaba sentada a su lado y él frente a nosotras. Tuvieron algunos desacuerdos, pero de igual forma las cosas estaban bien.

— Yudith, yo quiero demostrarle que amo a su hija. Ella siempre estuvo conmigo cuando nadie más estuvo. —él le explicó a mi madre con total honestidad.

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Horas más tarde, mi madre me obligó a hablarle a su ex y obviamente se sentó a mi lado en el escritorio de mi PC. Hacía un año y varios meses que Zhara y Dante ya no vivían juntos. Las cosas terminaron bastante mal. Ella decía que era un mentiroso, una mala persona. Entonces mi madre le creyó todo.

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Me senté en mi cama confundida.

¿Será verdad lo que dice Zhara? ¿Y si es mentira porque quiere ensuciar su imagen? ¿Y si mamá tiene razón? Pero... ¿Qué es lo que estoy haciendo? Se supone que yo lo conozco muy bien. Sé perfectamente quién es él. ¿Cómo podría creerle a una loca obsesionada y despechada? ¡Dios mío! Me siento tan confundida... ¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? ¿Quién intenta manipular a quién?

Mi celular sonó sacándome de mis pensamientos.

WhatsApp: Mensaje de Violeta:

¿Estás despierta?

Empecé a escribir y luego envié:

Si, estoy acá...

Dudé algunos segundos y le envié otro mensaje:

Dante, yo... necesito preguntarte algunas cosas...

Pocos minutos después contestó:

¿Pasa algo? Mía no me asustes.

Yo: No puedo decirte cómo, pero... ¿Es verdad que no querés ver a tu hija?

Él: No hace falta que digas más, te voy a decir dos cosas: primero, eso es mentira. Segundo, ya sé con quién hablaste. Lo que no puedo creer es que le hayas creído sabiendo lo neurótica que es.

¿Cómo lo sabía? Bueno, él me conocía demasiado y al parecer no era muy buena ocultando ciertas cosas a la hora de hacer preguntas.

Continué preguntando algunas cosas hasta que logré hacerlo enfurecer sin querer. La conversación finalizó de la manera más fría que pude imaginar.

Él: Mañana voy a devolverte el paraguas y lo hablamos tranquilos.

Que sueñes con los angelitos.

Yo: Está bien. Vos también, que descanses.

Mamá le había prestado un paraguas porque de repente se largó una tormenta muy fuerte. Claro, que esperamos a que la lluvia y los truenos se calmaran un poco.

Me desconecté. Miré por la ventana al lado de mi cama y me di cuenta de que estaba el cielo en tonos rojos anunciando la salida del sol, traté de dormir, por lo menos un poco.

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Dos horas más tarde, me despertó la voz de mi abuela en casa. No entendía nada de lo que decía. Abriendo mis ojos poco a poco pude escuchar apenas algunas frases, pero no terminaba de entenderlas, ya que hablaba muy bajo. Ella odiaba a Dante, no me sorprendía. Seguramente estaba diciendo algo malo sobre él. No me importaba demasiado.

Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now