III

6 0 0
                                    

— Porque tuve miedo. Porque fui un cobarde. Por eso. —su enojo consigo mismo era evidente. Volví a sollozar— No, no. No llores más. Shh. —me envolvió entre sus brazos— Ya no llores más, por favor. No llores más. —suavizó su voz para trasmitirme tranquilidad.

— No vuelvas a mentirme. —mi voz estaba siendo amortiguada por uno de sus brazos.

— Shh, tranquila. Nunca más voy a mentirte. —apoyó su mentón en mi cabeza.

— ¿Vos no tendrías que estar con Zhara? —me separé un poco para mirarlo.

— Zhara está con las chicas por allá. —explicó despreocupado.

~~~

— Dan, vení que quiero decirte algo. —la chica, su ex, intervino despistada.

— Querida, ¿Acaso no ves que hay dos personas hablando? ¿No ves que interrumpís? —levanté la voz para captar su atención a través de la música y los murmullos a nuestro alrededor. Ella me miró, su enorme y perfecta sonrisa se desvaneció. Solo se quedó en silencio.

— Mía, no seas grosera. Ella no tiene nada que ver. —Dante dijo serio— Ew, ¿qué pasó? —le dijo a la chica.

— Te decía que-

— Cuando se desocupe va. —le interrumpí. La miré con fastidio.

— Ahora voy. —él avisó.

Sufrí un ataque de locura y todo vaso de alcohol que pasaba cerca mío, yo lo agarraba y tomaba un poco.

— No, Mía, basta. ¡Te vas a hacer mierda! —él agarró mi vaso y luché para que no me lo arrebatara de la mano.

— ¡NO! ¡DEJAME EN PAZ! —grité en medio del forcejeo.

— ¡Tu madre me dejó a cargo de vos y solo quiero cuidarte!

— ¿Cuidarme con mentiras? Ja, por favor. —mi tono irónico se hizo presente— Además, yo soy mayor que vos. —continué luchando por sostener el vaso.

— Mía, te va a hacer mal. Basta. —insistió.

— ¡NO! Dante, soltá. —exigí.

— Soltalo vos, si el vaso se rompe te vas a lastimar y yo también. —lo miré, sus oscuros ojos verdes lograron convencerme y lo solté resignada. Él se quedó de pie frente a mí con el recipiente en la mano, mirándome de una manera que no supe descifrar.

— ¿Qué te pasa? —dije exasperada.

— Nada. —se aclaró la garganta ligeramente para continuar hablando— Habrás cumplido los 18 años, pero yo aún con 17 tengo más experiencia y sé cuidarme solo. En cambio, vos no, porque sos una nena todavía. —explicó con sabiduría— Sos mayor que yo, nada más por unos meses. No es la gran cosa.

— ¡Ay! Sí, claro. —crucé mis brazos en mi pecho— Habló el chico malo, maduro y con mucha experiencia que miente sobre su pasado. Te recuerdo que no es lo mismo ser una nena que ser una... chica inocente. —repliqué.

— Sos una nena. —dijo con cansancio.

— Sí, sí, claro. —murmuré. Me miró serio.

~~~

Terminamos todos sentados en el suelo contra la pared de un pasillo angosto situado a un lado del patio trasero de la casa de la fiesta. Las chicas obviamente despeinadas, el delineador corrido sobre sus pómulos. Los chicos con el pelo desordenado y los ojos enrojecidos.

Amaneció y nos fuimos. ¿A dónde? ¡A la casa de su ex! Sí. Pero solo hasta que pasaran nuevamente los colectivos por la zona. El alcohol en mi cuerpo ya estaba haciendo efecto, para mi desgracia. Un sueño incontrolable se apoderó de mí.

~~~

— Mía... ¡Hey! Mía —una voz masculina, suave y bastante gruesa, se escuchaba a lo lejos. Abrí lentamente mis ojos levantando un poco la cabeza para mirar a mi alrededor.

Me di cuenta de que tenía los brazos apoyados en el borde de la mesa donde estábamos desayunando. Mis ojos ardían y mi boca estaba muy seca.

¿Y mi pelo? Fu, ni les digo. Lo recogido con un broche de plástico ligeramente despeinado, varias de mis ondas caían sobre mi cara. Un pequeño quejido soltaron mis labios al moverme para ponerme de pie. Un tirón sentí en mi espalda al enderezarme. Froté mi ojo derecho con mi mano para calmar el picor.

— ¿Qué hora es? —pregunté desinteresada.

—Son las seis y media de la mañana. —Dante respondió. Sus ojos se veían verdes oscuros y unas pequeñas ojeras se formaban bajo sus pestañas inferiores. Su cutis era perfecto. ¿Quién diría que tendría problemas de sueño? ¿Quién sospecharía que tendría otros miles de problemas? Supongo que hubiese sido mucho más creíble de mí.

— Te envidio. —solté sin preocuparme por disimular. Él estaba caminando con pasos lentos hasta la puerta, se detuvo y giró hacia mí.

— ¿Por qué? —me dio una mirada extraña.

— Tomaste alcohol toda la noche, no dormís hace días y casi no tenés ojeras. —me reí en voz baja. Las dos chicas (su novia y su amiga) estaban saliendo al patio para dirigirse hacia el portón principal.

— En cambio, vos... —examinó mi cara— tenés el delineador corrido —me sonrió dulcemente inclinando un poco la cabeza hacia un lado. Su sonrisa era distinta a la de los demás chicos. Era... entre seria y tierna a la vez.

— Sí... gracias por recordármelo. —fingí un tono de enojo en forma de juego abriendo mis ojos un poco para dar énfasis a la última palabra.

— Bueno, vamos —ordenó con determinación.

— Vamos —sonreí como una tonta con torpeza. El alcohol definitivamente me había afectado. Me dio la espalda. De inmediato me puse seria cuando caí en cuenta de que probablemente estaba dando señales confusas que más tarde sabía que iba a lamentar.

— Las damas primero. —se volvió a girar hacia mí. Di un paso al frente mirando al suelo.

— Había olvidado tu... caballerosidad. —levanté la cabeza de nuevo para darle una mirada de reojo y el fantasma de una sonrisa cruzó mis labios.

~~~

Nos despedimos de la chica, me disculpé por haberle gritado y muy amable aceptó mis disculpas. Quizás no era tan mala como Zhara la veía. Por un momento me arrepentí por haber pensado mal de ella.

Llegamos a la parada, esperamos un rato y no podía controlar el cansancio de mi cuerpo. De verdad necesitaba dormir. Así que me senté en el escalón de la entrada de un negocio que estaba cerrado en una esquina y me quedé apoyada en la persiana metálica. Dante se sentó conmigo. ¿Y su novia? Bueno... ella estaba de espalda a nosotros mirando si el colectivo llegaba.

~~~

— Vos sabés que voy a estar siempre para vos, ¿no? —afirmó con honestidad.

— Lo sé. Sabés que yo estoy acá para lo que necesites, ¿no? —respondí.

— Sí. Sos la mejor amiga y compañera que puedo tener. —estiró su brazo para abrazarme de costado. Le imité y me apoyé en su hombro.

— Es bueno saberlo. Vos también sos el mejor amigo que pude tener. El único que tuve. —dejé que hable mi corazón.

— No tenés idea de lo mucho que te adoro, pendeja. —su brazo me apretó con fuerza para acercarme aún más a él.

— Pero yo te quiero más, pendejo. —me alejé un poco para mirarlo. Me sorprendí al darme cuenta de lo cercanos que estábamos.

De repente, alguien se aclaró la garganta insinuando algo. Ambos levantamos la cabeza. Era su novia cruzada de brazos, con una ceja levantada, de pie justo frente a nosotros y obvio, la entendí perfectamente.

Así que rompí el abrazo y abracé mis rodillas, mirando al suelo, avergonzada. Si yo fuese ella también me hubiese sentido celosa de mi novio. Me llamaba mucho la atención lo bien que parecía reaccionar. Yo hubiera reaccionado muy mal.

Quizás ella no lo amaba como decía...

¿Estaba fingiendo?

~~~

Dramas ParalelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora