Sus Amigos de Siempre

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— ¡Waw! No pensé que tuvieras la voz tan grave. —admití sin rodeos.

— Ew, voy a buscarte en cinco minutos, en la plaza de la avenida. Vos esperame en el banco que está ahí. —ordenó ignorando por completo mi comentario. Risas y voces se escuchaban al fondo.

— Dale. —acepté y colgué perdida en mis pensamientos.

¿Dante?

¿Esto es en serio?

¿Lo voy a conocer?

¡¿Hoy?!

¡Wow!

¡Ni yo me lo creo!

Me puse las zapatillas, coloqué un poco de brillo en mis labios. Guardé mi celular en el bolsillo de mi pantalón y caminé hasta la puerta principal para salir.

— Mía... ¿vos ya te vas? —mamá preguntó casualmente caminando hacia mí. Me di vuelta para mirarla.

— Sí, me espera Maqui en la plaza. Bueno, ya me voy. Nos vemos. Te quiero. —hablé abriendo la puerta de madera.

— Bueno, cuidate. ¡Avisame cuando llegues allá! —ordenó con su tono maternal levantando la voz luego de que cerré la puerta.

— ¡Sí! ¡No te preocupes! —grité desde afuera.

Me fui caminando despacio hasta la plaza...

Me quedé sentada en una hamaca balanceándome un poco en ella. Dante todavía no llegaba. De repente, me invadió la incertidumbre.

¿Cómo es él?

¿Será lindo?

¿Será feo como dice?

¡Ni siquiera tuve la oportunidad de ver una foto suya!

Y en eso, cuando giré la cabeza hacia mi derecha...

Un chico delgado y alto, venía caminando hacia mí... sus pasos eran lentos, con una apariencia pacífica... vestía unas zapatillas negras estilo skater, un jean de color negro con una cadena muy fina que colgaba del costado, una remera lisa y su pelo oscuro, ondulado, tapaba parcialmente su rostro haciendo notar su piel pálida.

Ah, y me olvidaba de mencionar los brazaletes metálicos en sus brazos, le daban un toque de estilo.

Me quedé completamente anonadada.

¿Es él?

¡Obvio que es él, tonta!
¡Es el chico misterioso!

Me gritó mi consciencia. Me puse de pie y caminé hacia él.

Yo vestía unas zapatillas negras con pequeños dibujos en fucsia, un jean de color negro, una remera estilo vestido corto gris oscuro y una campera azul. Mi pelo largo parcialmente ondulado pelirrojo cubría gran parte de mi espalda, mientras que un mechón caía sobre mi cara ocultando uno de mis ojos miel.

Todo sucedía en cámara lenta...

Cuando quedamos frente a frente...

— Hola Mía. —me saludó con una sonrisa tímida y se acomodó el flequillo. Me di cuenta de que tenía unos profundos ojos color verde amarillento.

— Hola. —respondí con voz baja mirando al suelo.

¡Miralo, idiota! Una vez en la vida que un chico lindo te habla, ¿Vas a arruinar el momento?

Nuevamente, mi voz interna reclamó.

Nos saludamos con un beso en la mejilla.

— ¿Cómo estás? —preguntó expectante.

— ¿Yo? Bien... um... —hice una pausa para acomodar mis pensamientos— ¡Por fin el chico misterioso tiene cara en mi mente! —comenté soltando una risita.

— Ah, ¡Mierda! Debí ponerme algún sombrero para conservar el misterio. —soltó fingiendo estar ofendido y me reí. Él trató de mantener la expresión seria, pero luego se rió también.

— O tal vez una caja con dos agujeritos. —le aconsejé bromeando.

— Eso no se me ocurrió... veo que sos muy ingeniosa —admitió pensativo— Mmm... bueno, ¿Nos vamos? Queda por allá la casa de Maqui —explicó señalando hacia el otro lado de la avenida— me dijo "andá a buscar a Mía, pero vengan enseguida" —trató de imitar la voz de ella. Hice una mueca conteniendo la risa y de nuevo miré al suelo.

— Vamos. —dije y caminé al lado de él. Mientras que íbamos en camino, charlamos de cosas casuales.

~~~

Llegamos a la casa y Maqui saludó desde la cocina mientras servía jugo de naranja en los vasos de vidrio para nosotros. Procedimos a sentarnos en un banco en el patio junto a un pequeño árbol. El sol comenzaba a ocultarse y la noche se acercaba. Fuimos a comprar Doritos y maní. Finalmente, entramos al living, apagamos todas las luces y pusimos Sexto Sentido.

En ese grupo de adolescentes... conocí a Moro, su hermano mayor, tenía la pésima manía de contar el final de las películas o las series; a Uriel, quien solía bromear con cierto mal gusto, y a Josefina, una obsesionada por la comida sana y el ejercicio diario.

Maqui me había estado hablando mucho acerca de ellos los últimos días. Fui conociendo sus historias, sus costumbres y teniendo más afinidad con algunos. Me fui involucrando.

~~~

— ¡Shhh! Dejen escuchar. No arruinen el suspenso. —dijo Josefina sentada en un sillón individual abrazando sus piernas.

— Ya vi esta película y es aburrida. —comentó Moro en su tono ruidoso, sentado en el sillón grande, con los codos apoyados en sus rodillas; a su lado estaba Maqui con la bolsa de Doritos y al costado de ella me ubicaba sentada yo, moviendo mis piernas con nerviosismo y mis manos sudorosas.

— ¿Cómo puede ser que todos la hayan visto menos yo? —acoté con cierta tristeza.

— Eso es porque vos no estás en onda, Mía. Esta película ya aburrió. Todos ya sabemos lo que va a pasar. —agregó Moro riendo divertido.

— No la cagues, Moro. —habló la voz gruesa y misteriosa de Dante, sentado en el otro sillón individual, con sus piernas cruzadas en 4 y la espalda apoyada en el respaldo.

— ¿Vos también la viste? —me incliné un poco hacia adelante para mirarlo por sobre el cuerpo enorme de Maqui y Moro que interrumpían mi visión.

— Solo una parte... —rodó los ojos hacia el televisor, tratando de disimular. Él estaba mintiendo.

— ¿Y si la cambiamos? —la voz grave de Uriel se escuchó, luego de tanto tiempo. Estaba sentado en el suelo con sus larguísimas piernas estiradas y la espalda apoyada en la parte baja del sillón grande entre Moro y Maqui.

— Noo, no saquen la película. Yo no la vii y Mía tampoco. —gritó Josefina con su voz perturbadoramente fina. La miré espantada.

— Uuh, bueno, Yosita, no es para que grites como una loca. —la retó Dante mostrando una sonrisa torcida. Se veía tan sexy...

— ¿Cómo me llamaste? Ya te dije mil veces que no me vuelvas a decir Yo-si-ta. —ella respondió apretando los dientes, conteniendo la rabia.

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Dramas ParalelosWhere stories live. Discover now