A escondidas

69 0 0
                                    

Tiempo después...

— Mía... ¿Qué te pasa? —preguntó con preocupación. Nos quedamos un rato abrazados en la cocina/comedor de su casa.

— No quiero perderte. —respondí con la voz quebrada.

— ¿Por qué estás llorando? —agarró mis brazos para estar frente a frente.

— Porque- —humedecí mis labios— Porque siento que hay un monstruo que cada día crece más y más adentro mío y me asusta. —sollocé. Él colocó sus suaves manos en mi cara para secar mis lágrimas.

— ¿A qué te referís con eso de monstruo? —frunció el ceño ante la confusión.

— A que yo... yo... vos no te sientas culpable. La culpa es mía. —tomé un respiro profundo.

— ¿Culpa de qué? ¿Por qué? No entiendo. Calmate, ¿estás bien? —dio un paso hacia mí— ¡Hey! Mirame. —acercó su cara a la mía, levanté la mirada hasta encontrarme con sus ojos verdes oscuros, su pelo liso castaño claro cubriendo ligeramente su frente y sentí su respiración rozar la punta de mi nariz.

— Yo- yo... —mi voz se fue apagando hasta hacerse ausente.

— Esos ojos dicen mucho más de lo que las palabras pueden decir —acarició mis mejillas, sonrió con dulzura y se inclinó lentamente hasta rozar mis labios— ¿Puedo? —cerré los ojos y él comenzó a besarme con ternura.

Luego con necesidad y yo lo besaba con todo lo que tenía, disfrutando cada movimiento, sintiéndome completamente lejos de la realidad; era como si estuviese sumergida dentro de un sueño del que nunca hubiera querido despertar.

Estaban pasando tantas cosas. Tenía la vívida sensación de que el tiempo transcurría muy rápido. No podía creer que existieran los amores tan prohibidos, pero lo único que yo sabía era que lo prohibido no tenía por qué ser imposible, como si una fuerza muy intensa quisiera alejarnos...

¿Por qué extrañarlo dolía tanto? ¿Por qué amarlo tenía que ser tan difícil? ¿Por qué tantas barreras nos impedían estar juntos? Quería tenerlo acá conmigo, daba lo que fuera por acurrucarme entre sus brazos y besar sus labios, por escuchar su voz suave susurrando "Te Amo", por volver a sentir sus caricias en mi piel, por despertar junto a él cada mañana...

¿Era mucho pedir?

¿Por qué teníamos que escondernos?

¿Tan mal estaba amar a mi mejor amigo?

Estaba enamorada de lo prohibido, pero segura de que si esto era un error... al menos lo habría intentado.

~~~

Durante el transcurso de la semana, tomé el valor para explicarle a Felipe lo que me estaba pasando. A pesar de todos sus errores por su falta de carácter, él era una buena persona y no merecía que le mintiera...

— Hola Félix, ¿Cómo estás? —me acerqué a saludarlo cuando salía de mi última clase. Estaba sentada en un banco cerca de la entrada de mi edificio. Al verme se levantó.

— Mía. Como puedo, recién salgo de la clase de matemática, ¿y vos? —respondió con un tono deprimente que me escurría el corazón. Miré al suelo, sintiendo culpa.

— Yo... —mi voz se apagó sin previo aviso— Yo tengo que hablar con vos.

— Yo también tengo que hablar con vos. —dio un paso hacia mí.

— Pero, yo necesito, en verdad, necesito decirte algo. Ya no puedo callarlo más. Es lo que me pasa. —insistí poniéndome nerviosa.

— Mía, yo te extraño. —dijo sin rodeos. Todo mi mundo de repente se paralizó, mi corazón dejó de latir. Incluso olvidé lo que vine a decir.— Te extraño y esta situación no la soporto más. Me gustaría que las cosas vuelvan a ser como antes. Quisiera volver el tiempo atrás y pararlo justo en la época en la que éramos felices. —mis ojos se cristalizaron.

Ni siquiera fui capaz de sostenerle la mirada. Sentí que cargaba un gran peso sobre mis hombros. Dio otro paso hacia mí y sostuvo mi cara obligándome a mirar sus ojos verdes— ¿Vos realmente me amás? —cerré mis ojos con fuerza. Ya no lo pude contener. El dolor que sentía era tan grande que nada pudo frenar mi llanto. Me solté en un movimiento brusco.

— Félix. Justamente de eso te venía a hablar. —pasé mis manos por mi cara para secar mis lágrimas. Hice una pausa para respirar— Tenés que saber la verdad. Merecés saberla. Por amor a los recuerdos y a todo lo que vivimos juntos durante estos dos años. Sé que quizás esta no es la manera, pero es lo que puedo hoy.

— No me asustes. ¿Qué es lo que está pasando? —habló confundido.

— Dejame que te explique. Yo te lo puedo explicar. —solté con mis manos temblorosas.

— ¡Por supuesto que quiero que me expliques! —exigió empezando a inquietarse.

— Yo... yo...

— Mía, decilo sin dar vueltas. Me estás poniendo peor de lo que ya estoy. —insistió. Me quedé en silencio eligiendo las palabras más adecuadas posibles— ¡Decilo de una vez! —elevó la voz y me sacudí del susto.

— ¡Estoy enamorada de Dante! —grité impotente.

~~~

Dramas ParalelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora