Joyas de Guerra ©

Capítulo 19

《La cena》

Gael y yo mejor decidimos irnos para un  restaurante, la grandiosa idea no la había dado Román para que ya de paso los acompañáramos a su cita falsa.

Me puse un vestido azul que se ajustaba demasiado bien a mi cuerpo y el cabello me lo deje suelto, la ventaja de tenerlo demasiado lacio es que no te lo tienes que peinar demasiado para que se te aplane.

Llegamos al lugar, de primera vista se distingue los techos de cristal y sus decoraciones demasiado lujosas, muy decorado para mi gusto aunque si era demasiado hermoso. La mesa que nos habían asignado era demasiado grande, asique los cuatro nos sentamos en la misma.

—No puede ser—Román se queda mirado para la parte derecha de la entrada.

—¿Qué paso?

—John y Ariadne vienen juntos.

Ambos venían agarrados de la mano.

—Hola chicos —toman asiento en nuestra mesa —que coincidencia encontrarlos por aquí.

Aja.

—¿Qué hacen acá? — Estela estaba demasiado sorprendida.

—¿Qué no vez? Venimos a comer como ustedes.

—¿Y necesariamente tienen que venir aquí? — pronuncia entre dientes Estela.

—Sí, ¿Algún problema?

—No —Román la toma de la mano —ninguno.

—Miren quien más viene. —Ari nos señala para el lado izquierdo.

¿Es en serio? Era el idiota de Azael y la bruja de Abigail.

—Hola chicos —saluda la bruja.

Pero en cambio Azael solo nos miraba a Gael y a mí con enojo.

—¿Podemos tomar asiento?

—No —le respondo rápidamente.

—Pues lo haremos. —Azael le extiende la silla para que se siente.

Pero que caballeroso.

—¿No que iban ir a comer con tus padres? — Hago la pregunta enojada.

A veces las preguntas se me salen sin querer queriendo.

—Dijeron que no podrían venir así que Azael y yo decidimos venir a comer juntos ¿Verdad cariño? — pasa su mano por sus hombros en forma de caricia.

—Si.

Imbécil.

—Entonces lárguense a otra mesa —mascullo enojada.

—No —niega mientras me mira con ganas de querer matarme —nos quedaremos aquí.

El mesero viene a nuestra dirección para darnos las cartas.

—Traiga la comida más cara, yo pago —Azael hace a un lado las cartas.

—¿Lo mas caro? —El mesero se puso muy sorprendido.

—¿Acaso no me escuchaste o quieres que te lo vuelva a repetir?

—Si escuche señor —retira las cartas —En un momento se los traen.

—No tenías por qué ser grosero con el muchacho —este se voltea a verme.

—Yo soy grosero con quien se me dé la regalada gana.

—¿Y si mejor cambiamos de tema? —Gael nos interrumpe.

—Buena idea —Le apoya Ari.

No pasaron no 5 minutos y ya venían con la comida.