Capítulo 24

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《Azael》

No sé por qué era tanta la urgencia de mi padre, si hace una reunión con los tres es porque algo importante nos a decir. Espero y sea más importante que la deliciosa mamada que me estaba dando Perséfone, tenía unas enormes ganas de follármela en ese callejón, pero tristemente no se pudo.

—Espero y lo que nos vayas a decir sea muy importante.— tomo asiento a lado de la ventana.

Elián y Nico ya estaban ahí.

—Si lo es —el viejo decrépito puso un calendario en la mesa — mañana es el cumpleaños de su madre.

—¿Y?

—Ella vendrá aquí a festejarlo con ustedes.

Y todavía tiene el descaro de decir que lo quiere festejar con nosotros.

—¿Vendrá con su amante?— una risa forzada sale de mí, la que siempre pongo cada que veo a esa señora.

—Azael no empieces.

A mi padre no le gusta que hable mal de ella. Todavía que le pone los cuernos con su mejor amigo la defiende.

—Yo no festejaré nada con esa señora.— suelto una exhalación pesada.

—Ni yo.

—Muchos menos yo.

—Es su madre.

—Esa señora dejo de ser nuestra madre el día en que nos abandonó por el imbécil de Ricardo. Y no solo eso, padre, todavía tuvo la osadía de decir que con él le irá mucho mejor.

—Azael...

Nuestros abuelos, paternos, le advirtieron a papá que clase de mujer era nuestra madre, una interesada, una cualquiera y una mustia. Antes de que ellos se casaran mis abuelos le dijeron que ella solo estaba con él por el dinero y el poder, porque vamos, mi madre antes de conocer a mi padre no era nada, vivía en la miseria, andaba de polla en polla para conseguir dinero. Pero mi señor padre estaba tan segado de amor qué no les creyó, y se terminaron casando, a los meses ella comenzó a comprarse una infinidad de cosas caras, se volvió demasiado presumida, prepotente, trataba más a los empleados que trabajaban en la mansión. Meses después nací yo, ella jamás se hizo cargo de mi por qué siempre contrataba niñeras. A veces queríamos pasar tiempo con ella, pero simplemente nos alejaba, hasta que un 2 de abril del 2008 la encontré teniendo intimidad con un amigo de mi padre, pero esa no fue la única vez que lo engañaba, lo hizo un montón de veces. Más que claro mi padre se enteró, así que le mintió de que se había quedado sin dinero, todavía recuerdo las palabras que dijo: "yo no puedo andar con un maldito muerto de hambre" tomo sus maletas y se fue con el mejor amigo . A los meses se enteró de que aún seguimos siendo ricos y quiso regresar, pero la corrimos de casa.

Nadie de la familia Kingston quiere a esa señora. Pero ella aun conserva ese apellido porque aún no se han divorciado, saca demasiado beneficio de él.

—Dile que ni se le ocurra poner un pie en la casa donde nos estamos quedando porque yo mismo me encargaré de sacarla.

Salgo cabreado de la oficina de mi padre, mis hermanos venían detrás de mí gritando. Ya todo el equipo se había ido para la casa, enciendo el auto y emprendo marcha, no tenía ganas de hacer absolutamente nada. De tan solo imaginar que mi madre, mejor dicho esa señora, vendrá el día de mañana me provoca un dolor de cabeza.

Estacionó el auto y voy a mi habitación a sacar una botella de alcohol. Casi no me gusta ponerme ebrio, pero tan solo pensar en la cara de mi madre me dan ganas de embriagarme hasta el culo con tal de borrar su horrible rostro.

Joyas de Guerra ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt