Capítulo 31

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(Hasta penas me voy dando cuenta que en el anterior capitulo le puse 32 de agosto JAJAJAJAJA)

《Malas noticias》

Abrí mis ojos lentamente, estaba en una camilla de hospital, no entendía como llegue aquí, la cabeza me dolía demasiado y lo peor era que demasiados cables estaban cubriendo gran parte de mi cuerpo. Lo último que recuerdo fue que Abigaíl le roció algo a la cara de Azael para después terminar inconsciente en el suelo.

—Qué bueno que despertaste—. Mi hermana Aleen dejó una bandeja de comida en el mueble que se ubicaba a lado de mi cama.

—¿En dónde está Azael?

Intento levantarme de la camilla, pero Aleen me detuvo.

—Todavía no tenemos noticias sobre él, lo único que sabemos es que llegó demasiado grave al hospital.

Mis ganas de querer llorar aparecieron nuevamente, en el fondo deseaba y anhelaba que todo eso hubiera sido un mal sueño.

—Llévame con él.

—Aún sigue en cuidados intensivos, no permiten que nadie entre a verlo, solo su padre.

Mierda, necesito entrar de alguna u otra forma sin que nadie me vea. Aunque en estos momentos este en desventaja, todo mi cuerpo se encuentra débil y cansado.

—¿Ya les dijo el doctor del por qué me desmayé?— Hago la pregunta un poco desconfiada.

—Te hicieron varios análisis y no hallaron nada malo en tu cuerpo, el corazón se te detuvo por alguna extraña razón.

—¿Cuánto tiempo duré dormida?

—Azael y tú llevan dos días aquí en el hospital.

—¿¡Qué!?

Esto no puede ser cierto, no podemos llevar aquí dos días y más él que aún no despierta. 

—El doctor vendrá en unos minutos para revisarte.

—Aleen, por favor, llévame con él —suplico.

—Perséfone...

—Si no me llevas tú, iré yo.

—Está bien.

Se acerca a mí para ayudarme a levantarme, una cosa de la cual me quiero quejar es de la ropa que dan en los hospitales, son demasiadas feas, están mejor las prendas que te dan en las prisiones. Pero en fin, salimos de la habitación y todo el equipo junto con otras personas que no conocía estaban en la sala espera.

—¿Quiénes son ellos?— susurro cerca del oído de mi hermana.

—La familia de Azael.

Con razón todos están guapos, por un momento llegué a pensar que eran modelos.

—¡Perséfone!— Clara corrió a mí, el abrazo que me dio fue un poco brusco —que bueno que ya despertaste.

—¿Te sientes mejor?

Todos se acercaron a mí preguntándome como estaba.

Joyas de Guerra ©Where stories live. Discover now