Capítulo 26

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《Reconciliación》

Maratón 1/3


Capítulo con contenido +18


Me sentía demasiado rara, no sé porque. Por alguna razón me sentía vacía y desolada, casi nunca llego a sentir eso, no sabía que más hacer para que Azael me perdone o por lo menos que ya no siga enojado conmigo.

Subí a mi nueva habitación, necesito acomodar todas mis cosas para estar un poco más relajada, bueno, no tan relajada porque desde que llegamos aquí me he sentido muy tensa.

Me duche rápido, dure como 20 minutos en la regadera. Al salir me puse una lencería demasiado sexi, y se preguntarán, ¿por qué te las pusiste? Simple, porque me dieron ganas de usarlas, más aparte anhelo que cierta persona me las quite.

Mentira.

Voy con los demás, la mayoría se encontraba en la gran sala platicando con Óscar, demasiado entretenida la conversación que establecían.

—Oye Perse —Alan llega a donde me encuentro.

Tenía una tableta en su mano, con una grabación pausada.


—¿Mande?

—Ya estoy cansado de que Azael y tú estén peleados, extraño lo descarados que eran al estar juntos. Y lo que hare será mostrarle esta grabación para que se perdonen, porque ya me tiene harto.

—¿Qué grabación?— No entendía nada, absolutamente nada.

—La de la biblioteca

—Oh —me quedé pensando por unos segundos.— ¿En serio crees que todo se arreglará con un video?

Alan me mira ya fastidiado.

—Tiene que.

Yo me quedo parada en el mismo lugar, sin saber qué decir. Alan se acerca a Azael y le muestra la tableta, él un poco confundido se aleja, segundos después Azael me mira con gran culpabilidad, lo pude notar en sus ojos.

Se va acercando a mí, y yo para hacerla más de emoción corro para mi habitación. Azael me viene gritando mientras corre, ya estaba cerca de girar la perilla de la puerta, pero me gira para encararlo.

—¿En serio paso eso?— En definitiva, su rostro reflejaba demasiada culpabilidad.

—Sí.

Quito la mirada de mí, estaba demasiado tenso.

—Lo lamento, en verdad lo siento tanto.

Al disculparse, las facciones de Azael se relajaron, pero no en el sentido bueno. Me refiero en el sentido de cuando uno relaja su cara porque tienes ganas de llorar.

Así que también ya es el momento de que yo también me trague mi orgullo.

—La que debe de pedir disculpas soy yo, por lo inmadura que he llegado a ser, por hacer que tu seas siempre el que me tiene que pedir perdón.

Joyas de Guerra ©Where stories live. Discover now