Capítulo 38

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Maratón 3/3

— Distracciones —

Abrí mis ojos, el sonido de los militares entrenado me despertaron. Azael aún seguía durmiendo, no quise despertarlo así que me levanté lo más lento y silenciosamente posible. Tome prendas para meterme a bañar, sé que cuando despierte se va a enojar conmigo por haberme bañado sin él. 

Pero mi pansa está gruñendo demasiado y lo único que me grita es "tengo hambre" si por mí fuera me quedaba a dormir otras horas más.

Abro la regadera y toda el agua tibia cae sobre mi cuerpo, era tan refrescante ponerlo en ese punto exacto, en ocasiones me gusta bañarme con agua bien fría o a veces con agua extremadamente caliente. Dure solo media hora, seco mi cuerpo y me unto las cremas, no quise secar mi cabello con la secadora, dejaré que lo haga al natural.

Salí de la habitación y la única persona en la cocina era Román.

—Buenos días, dormilona —saludo. Parecía que no lo había visto en años.

—¿Llegaste a noche?

—Si, ¿por qué?, ¿me extrañaste?

—Quisieras.

—Tu misma te engañas.

—¿Y Azael? —pregunta Elián. Entrenado a la cocina junto con mi hermana.

—Creo que aún sigue dormido... O tal vez ya se despertó.

—Ya desperté —Azael estaba parado, a lado de la puerta de la cocina. Entre cerro los ojos y su voz era demasiado ronca.

—¿Ahora por qué esa cara de enojado? — tapé mi boca con la mano para no reírme.

—Se supone que estarías a mi lado al despertar.

—Tenía hambre, no pude aguantar.

—En ese caso me hubieras despertado y yo hubiera bajado a prepararte algo de comer.

¿Vieron eso? O mejor dicho, ¿escucharon eso?

—No te desperté porque te veías tan bien durmiendo.

Se acerca y me da un beso en la boca.

—Iré a bañarme, regreso rápido. Ni para eso quisiste esperarme —se queja y se va.

Román se acerca al espejo y dice:

—¡Soy Azael, y mi mujer me tiene comiendo de sus pies! —levanto la voz y se gritó a la cara frente al espejo, imitando la voz de su primo—. También adoro que mi mujer me dé órdenes.

Lo bueno que no lo escucho, porque de lo contrario ya le hubiera aventado algo a la cara o de plano a los huevos.

—Azael no habla como así.

—Ya sé —se encoge de hombros—, pero me encanta hacerle burla. Se ha convertido en mi pasatiempo favorito.

–De eso no me cabe duda.

Joyas de Guerra ©Where stories live. Discover now