Capítulo 28

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《La cita》

Maratón 3/3


Cómo hoy sería mi primera cita con Azael, me tengo que esforzar para verme más bella, ahora si me tarde un poco más de la cuenta en bañarme. Y en cuanto a decidir que vestido ponerme, sería uno de color café claro, largo, de tirantes delgados y un hermoso escote que dejaba admirar mis grandes pechos.

Posicione mi cuerpo frente al gran espejo, si todos los días luzco como una diosa, hoy me veo el doble. En cuanto al cabello decidí dejármelo suelto, y por último, pero menos importante el maquillaje que ya vendría siendo algo natural.

—Creo que ya todo está listo —me digo a mi misma — ya me bañe, ya me cambie, ya me maquille. Todo está listo.

Hace 5 minutos Azael me mandó mensaje para avisarme que ya estaba listo.

Bajo toda nerviosa, los pasos que daba eran un poco torpes. Iba por el penúltimo escalón y ahí estaba, luciendo un hermoso traje negro que remarcaba demasiado bien su figura, su cabello negro estaba entre arreglando y desarreglado.

No dejaba de mirarle, mis nervios empeoraron cuando se dio cuenta de que ya estaba ahí. Sus ojos azules grisosos destellaron un brillo intenso.

—Te ves demasiado hermosa—. Escaneo mi cuerpo de arriba, abajo con una tierna sonrisa.

—Tú te ves mucho más guapo.

—Si nos ponemos en punto de comparación me ganarías por encima de todo.

—¿De verdad?

Me miró directo a los ojos.

—Si, eres demasiado perfecta... Más perfecta que yo.

¿Es normal que no sepa qué decir? Es que vamos, este hombre pone mis pelos de punta.

Camino a él, pongo mis brazos sobre sus hombros y dejo un corto, pero tierno beso en sus labios.

—Me tienes mal.

—Hora de irnos a comer.

La noche se decoraba por millones de estrellas brillantes. El lugar que había reservado Azael era un restaurante muy elegante, llamativo y costoso.

Quedaba un poco lejos, como a una hora de donde nos estábamos hospedados. Sentía mil emociones pasar por mí, mil sentimientos encontrados, jamás llegué a pensar que llegaría hasta este punto con mi jefe, se me pudieron haber pasado mil cosas a la cabeza al llegar aquí, menos esta.

Y como dice una hermosa frase que me gusta muchísimo: Aquí estaba yo... Pensando que la magia no existía y ahora es todo lo que veo cuando lo miro a él.

—Muy buenas noches, pasen.

El encargado nos guía a nuestra mesa, música clásica y de jazz resonaba por todo el alrededor. Personas riendo y pasándosela bien era la cereza del pastel.

—En un montón le traemos su comida.

Que elegancia.

—Gracias.

No me había dado cuenta de la hermosa vista que teníamos, el balcón que había escogido daba directo a la gran luna.

—Buena elección al escoger el lugar.— creí que mis nervios desaparecerían llegando al lugar, pero no, aún seguían y peor.

—Me gusta escoger lo mejor.

—Aquí esta su comida, provecho.

—Muchísimas gracias.— vocalizamos al mismo tiempo.

Joyas de Guerra ©Where stories live. Discover now