35. And i still talk to you, when I'm screaming at the sky

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—chapter thirty-five: and i still talk to you, when I'm screaming at the sky—

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17 de agosto del 2021

Maranello, Italia.

BAJÓ DEL AVIÓN SINTIENDO LOS FLASHES EN su rostro, por fortuna el cubre bocas todavía obligatorio en lugares públicos y sus lentes oscuros no dejaban a la vista sus ojos rojizos e hinchados.

― Isabella, nos acabamos de enterar de la muerte de tu padre ¿tienes algo que decir al respecto? ― le preguntaron en multitud haciendo que su cabeza doliera.

Pasó en medio de algunos, buscando con la mirada al equipo de seguridad que no tardó en llegar alejándolos de ella. Charles la observó queriendo ir hacia ella de inmediato, pero recordó que su relación era secreta por lo que se quedó a unos pasos atrás notando como Max colocó su mano en la espalda de la castaña alentándola a continuar.

― ¡Daniel D'Angelo está muerto y las fotografías que salieron ese día eran junto a ti! ambos en Mónaco, dinos ¿murió cuando venía de regreso?

Esa pregunta la detuvo de inmediato, con el piloto del equipo azulado haciendo lo mismo.

― Tengan respeto, por favor, acaba de perder a su padre ― el monegasco saltó a su defensa, callando de inmediato a los paparazzi y la prensa que esperaba una respuesta.

― Vamos, Ale ― Max le susurró a su oído sacándola del trance y empezando a caminar hacia la salida.

Con aquella pregunta repitiéndose en su cabeza, con el mensaje de doble sentido que conllevaba ¿era ella la responsable de la muerte de su padre?

¡No! su cabeza gritó.

Nosotros no manejábamos aquel avión.

Agarrando con fuerza su maleta recorrió el pasillo que se había formado de fotógrafos hasta llegar a la camioneta perteneciente a la compañía de su padre que venía a recogerlos.

Max y Charles entraron después, la familia del monegasco llegaría hoy en la noche para el gran funeral de mañana que ponía al mundo del automovilismo triste.

Isa sacó su teléfono que continuaba apagado, había sido su manera de negar todo lo que estaba pasando, sin leer las noticias que harían más real esta situación ni contestando los mensajes de las personas cercanas.

Cuando pulsó el botón para encenderlo, Max se lo quitó de las manos.

― La verdad no creo que te ayude, Ale.

― Opino lo mismo que Max, amor ― Charles entrelazó sus dedos con los de la italiana que sintió aquella calma inmediatamente recorrer su cuerpo. ― Mientras menos veas las noticias menos dolor tendrás.

Yᴏᴜ Aʀᴇ Iɴ Lᴏᴠᴇ || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora