𝐘𝐀𝐈𝐋| "You can hear it in the silence, you can feel it on the way home... 𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒓𝒆 𝒊𝒏 𝒍𝒐𝒗𝒆. 𝑻𝒓𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒗𝒆".
|| Charles Leclerc se enamora de su mejor amiga, sabiendo que es un gran paso en su camino que siempre estuvo trazado del...
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15 de diciembre del 2025.
Montecarlo, Mónaco.
EL LLANTO DEL BEBÉ DESPERTÓ A AMBOS haciendo que la italiana gruñera dándole una palmada al monegasco para que se levantara. La noche anterior había sido ella la que calmó a Jules, ahora le tocaba a Charles que se levantó desacomodándose el cabello y suspirando.
Recorrió el pasillo de la casa en su villa hasta llegar a la habitación del bebé, lo observó cargándolo.
― Shhh, mon petit ― lo arrulló en sus brazos. ― No debemos de despertar más a mamá ni a mí, debemos de dormir para estar bien durante el día. Mamá debe de prepararse para mañana y tú y yo debemos de dejarla dormir. No nos podemos casar luciendo como zombies.
Jules simplemente sonrió, Charles notó que siempre que le hablaba sonreía.
― Presiento que te van a gustar las películas de zombie ― el monegasco se quedó pensativo. ― Aunque creo que lo tuyo va a ser más las carreras, ya te estoy imaginando como campeón del mundo Jules Leclerc.
El bebé soltó algo parecido a una risa lo que le sacó una gran sonrisa al hombre.
― No le estés pasando la maldición tan pronto, amore ― Isa se recargó en el marco de la puerta observando a sus dos grandes amores.
Charles la volteó a ver, embobándose al observarla en una camisa de su guardarropa, cabello recogido en un moño alto y mejillas sonrojadas por el sueño del que se acababa de despertar.
― No le estoy pasando la maldición ― se quejó el piloto de Ferrari. ― Mira que tal vez este sea una combinación de nuestros dones en el automovilismo, fácil se convierte en una leyenda.
― ¿Cómo Max?
― Como yo.
Isa soltó una risa ante el comentario lleno de ego y orgullo de su prometido. Caminó hasta su hijo y el padre de este mientras Leclerc estiraba uno de sus brazos para tomarla de la cintura, pegándola a su cuerpo sintiéndose dichoso al tener en un brazo a su futura esposa y en otro a su primogénito.
Isa sin querer bostezó mientras se acariciaba su ojo derecho.
Charles la observó con ternura. ― ¿Por qué te levantaste, mon amour? Me tocaba a mí.
― Siempre me levanto a verlos, ambos son demasiados tiernos cuando están juntos y solos.
El monegasco simplemente sonrió, no lo negaba. No podría hacerlo sabiendo que incluso le componía algunas canciones durante la noche en el piano para que su ángel durmiera a gusto.
Luego de un rato Jules se quedó dormido, dejándolo nuevamente en la cuna y saliendo de ahí tomó la mano de su futura esposa en menos de veinticuatro horas. Isabella volteó a verlo encontrándose con una mirada extraña en el rostro de su novio.