Capítulo 3

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Aixa: Buenos días general Sebastián – Sebastián es el tritón de más confianza de la familia, puesto que ocupa el cargo de General de la guardia de honor, se en carga de la seguridad del palacio - ¿Ha visto usted a mi hermano Connlaodh?

Sebastián: Buenos días princesa mayor – hizo una reverencia – no mi señora, hoy no he visto al príncipe y lo he buscado por todo el castillo, ya que llegó un objeto muy importante que debe analizar y guardar.

Aixa sonrió – Ay Sebastián, sabe que a él no le gusta estar mucho tiempo aquí. Pero creo saber dónde está; no se preocupes, yo le buscaré.

Sebastián: Sí princesa – hizo una reverencia y se retiró.

Conna, como le decían de cariño, se encontraba un poco lejos del reino, nadaba con algunos delfines, para después sentarse en una roca y asomaba solo la cabeza a la superficie; siempre estuvo fascinado con lo que se encontraba allí, quería conocer, pero sabía que tan siquiera intentar subir era un acto de total traición hacia la corona y un serio pecado que Poseidón no perdonaría.

Él jamás sería capaz de hacer algo así solo y únicamente por sus hermanos, no los mortificaría y mucho menos a su amada hermana al que lo confundían con gemelos, y así con una sonrisa en su rostro, una tristeza en su corazón por no poder saciar su curiosidad volvió a sumergirse siendo recibido por su hermana mayor cruzada de brazos y una ceja alzada.

Connlaodh: Eh... hola querida hermana – estaba nervioso porque lo habían atrapado observando la superficie – te prometo que no es lo que parece.

Aixa: ¿No estabas pensando en que te gustaría ir a ver cómo es la superficie?

Connlaodh: Bueno... si es lo que parece, pero sabes que nunca lo haría por respeto a ustedes y amor a ti – bajó la cara.

Aixa sonrió – lo sé, no te preocupes – lo abrazó - ¿Sabes que yo también te quiero?

Connlaodh: Lo sé – sonrió y le devolvió el abrazo, al separarse una pregunta rondaba por su cabeza y quiso aclararla - ¿Cómo sabías lo que estaba pensando?

Aixa suspiró – Porque a veces también me pregunto lo mismo – con una mano agarró el collar en forma de almeja cerrada que guindaba del cuello del contrario – y por esto – y con la otra sostuvo el suyo que es exactamente igual – gracias a esto estamos conectados, puedo sentir lo que tu corazón siente, siempre y cuando lo lleves puesto – ambos rieron – ahora volvamos al reino que tienes trabajo – su hermano se extrañó – al parecer llegó un artefacto importante y muy extraño que debes analizar; según lo que Sebastián dijo.

Connlaodh: ¡Oh, vamos! Para Sebastián hasta un tenedor que venga de la superficie es "extraño y sumamente peligroso, y por eso debo alejarme lo que más pueda". Menos mal que ya estoy suficientemente grande y soy el encargado de todo eso, porque si no, no me dejaría ni acercarme ni medio metro.

Aixa: La verdad, tienes razón – ambos se rieron y fueron donde los estaban esperando.

Al llegar se despidieron, la sirena se fue a realizar sus labores y cumplir su agenda, mientras el tritón buscó al General para que lo llevara y mostrara el objeto. Al verlo se dio cuenta de algo muy peculiar, sí era muy importante y un poco extraño, pues no era nada más y nada menos que un libro donde se encontraban algunos secretos de los tesoros más importantes y muchos misterios de su padre el rey Poseidón.

Sin siquiera abrirlo buscó nuevamente al General.

Connlaodh: ¡General Sebastián! ¿Sabrá usted quién mandó el objeto encontrado?

Sebastián: No mi príncipe, pero vino un pez mensajero a traerlo, junto a eso estaba una escritura en una placa de hierro oxidada. No entiendo por qué escriben en esa cosa sabiendo que en cualquier momento se termina de oxidar y ya no se podrá leer el mensaje.

Connlaodh: Porque es una nota que nadie puede ver más que el receptor – dijo en un susurro en el que nadie más que él escuchó y mirando hacia abajo - ¿Dónde está la placa Sebastián? – lo miró.

Sebastián: La mandé a que la reescribieran ya que casi no se entendía lo que decía.

Casi dejando con las palabras en la boca al General se fue velozmente a la sala de escritura, ahí era donde algunos decretos se escribían, novelas de otros idiomas o en casos como ese mensajes. No podía dejar que nadie leyera lo escrito, lo sentía en lo profundo de su ser.

Llegó a tiempo pues todavía no lo habían tocado, lo agarró y se lo llevó. Cuando entró en la habitación que tenía el libro aprovechó que nadie más que él tenía acceso al lugar y leyó la inscripción.

"Me parece que la mejor opción es que lo tenga usted.

Sé que te será de ayuda príncipe Connlaodh.

- Hafgufa (El gran pez)"

La Venganza de la SirenaWhere stories live. Discover now