Capítulo 5

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A la mañana siguiente Conna se sentó en su habitación observando hacia la ventana, tenía una excelente vista a la ciudad. Recordaba su sueño, en donde todo estaba en caos, destruido y con un rey cegado por la ira y el poder; su corazón le daba fuertes volcadas, y fue justo ahí donde su puerta fue tocada, dándole un leve susto.

Connlaodh: Adelante – dijo sin voltear la mirada.

Aixa: Buenos días – entró - ¿Qué angustia tanto a tu corazón, hermano? – dijo sentándose junto a él.

Connlaodh: No es... - fue interrumpido.

Aixa: No intentes mentirme – lo miró.

Connlaodh: Cierto... el collar.

Aixa rio – no necesito de un collar para conocer tu corazón, he aprendido de ti a lo largo de todos estos años juntos, se perfectamente cuando no estás bien sin la necesidad de un collar, que solo me certifica lo que ya sé. Vamos, dime.

Connlaodh: Ayer... - suspiró – ayer el objeto que Sebastián trajo para que lo analizara me dio una perspectiva del mundo completamente distinta a la que tenía y creo que me ha dado un poder muy poderoso – dijo preocupado.

Aixa: Entiendo – pensó un momento en silencio y contemplado la vista, para romperlo – si un objeto pudo llegar a hacer eso, entonces... es muy poderoso; pero ten en cuenta algo, no dejes que eso te cambie, porque la bendición más grande puede llegar a ser una maldición para otros, y transformar el corazón más puro en el más egoísta, traicionero y vil. No dejes que este objeto llegue a manos equivocadas, pero tampoco dejes que te consuma.

Connlaodh: Está bien, gracias por escuchar y aconsejar – la miró y sonrió – te amo hermana ¿Lo sabes?

Aixa: Lo sé, de la misma manera que sabes que eres mi más grande tesoro – se abrazaron.

Connlaodh: No dejes que tu vista se nuble aunque tu tesoro haya sido encontrado y hurtado, porque a veces no todo lo que vemos es el horizonte y no todo lo que sabemos es la verdad completa – de sus ojos salieron lágrimas que fueron camufladas por el agua, comentó separándose de unos brazos de los que no se quería alejar.

Aixa: Que yo sepa la consejera soy yo – ambos rieron.

Connlaodh: Sí, lo eres. Pero no porque seas consejera quiere decir que siempre debes decirlos, a veces te toca escucharlos – su hermana asintió, ambos voltearon a ver la hermosa ciudad, puesto que desde ahí se veía completa - ¿No es hermosa?

Aixa: Lo es, me siento con suerte de haber nacido aquí, no quiero dejarla nunca – dijo maravillada.

Connlaodh: Yo tampoco, pero jamás sabemos lo que el destino nos depara – dijo entristecido.

Aixa: ¿Por qué lo dices? – preguntó confundida.

Connlaodh: Por nada en especial – dijo sonriendo.

Aixa: Está bien – exclamó no convencida, pero sabía que esa sonrisa decía que no diría nada – mejor vayamos a comer.

Connlaodh: Adelántate, haré algo y voy – la mayor asintió y se fue. El príncipe buscó el libro y leyó la advertencia que estaba escrita en la primera alga "Scietia sit potentia" – "El conocimiento es poder", no sabía que este poder sería una maldición, porque no puedo hacer mucho para cambiar las cosas, solo me queda una jugada y esperar a que todo salga lo mejor – dicho esto volvió a guardar el libro e ir a desayunar antes que lo fueran a buscar otra vez.

La Venganza de la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora