Capítulo 14

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Maratón 3/4
***

Por otro lado en lo más profundo del océano, después de vil secuestro del príncipe más apreciado todo se volvió muy triste. El Rey ahora era más amargado y siempre estaba molesto, pero cómo no, si uno de sus preciados hijos y casi copia exacta estaba perdido en algún lado, y lo peor de todo es que estaba mucho más lejos de su alcance, en tierra. A pesar de que demostraba solo la ira, su corazón estaba muy triste y su pesar era grande.

Mientras tanto Maxine, Diallo y Aixa para no llorar se ahogaban en sus obligaciones, la princesa menor, entregaba con más exigencia a las sirenas guerreras, quería volverla tan hábiles a tal punto en el que nadie las sintiera y atacar a su enemigo con mejor precisión; en las oportunidades que no hacía eso solo se sentaba a leer un libro que le llamara la atención con tal de no pensar en su hermano, aunque una vez intentó leer el libro que su hermano le dio, pero este no se dejaba leer, pues no se abría, parecía hecho de roca y por más insistió, supo que no era el momento de explorar en él.

Diallo continuó con su preparación para su partida, pues aunque estaba afligido no podía dejar que los tratados de paz se rompieran, llevándose algunos soldados y dejando a otros en todas las fronteras submarinas y otros no muy lejos de la superficie, por insistencia de su hermana menor escogió a las sirenas más hábiles y las dejó a cargo de la seguridad del palacio bajo las órdenes del General Sebastián.

Aixa era la más afectada, por eso buscó más actividades en las que ocuparse, por las mañanas revisaba las provisiones y daba algunas órdenes al respecto, por la tarde ayudaba a los aldeanos, se encontraba con su padre apenas entraba la noche para informarle de cualquier eventualidad y ya muy tarde se iba a entrenar sus poderes, dados al nacer por ser la primera hija del rey, para que sus emociones no les afectara en lo absoluto, aunque era difícil. En muy pocas ocasiones se sentaba en su cuarto a observar por la ventana y se permitía recordar a su hermano, y siempre reía, hasta que recordaba que ya no estaba, ahí comenzaba a llorar o llenarse de ira en contra de los piratas.

Behemonth por el contrario se aprovechó de la ausencia de su hermano para ser quién cuide y tenga el control sobre las reliquias y conocimientos antiguos.

Un día que para Maxine sería igual pasó algo extraño, vio a su hermana entrar en el campo de entrenamiento con armas, así que se acercó.

Maxine: Buenas tardes hermana ¿Qué la trae por aquí?

Aixa: Buenas tardes Maxine ¿No puedo venir a observar el entrenamiento?

Maxine: Claro que sí, disculpa mi abuso – se puso nerviosa y Aixa se rio.

Aixa: Tranquila Maxi, realmente venía a entrenar – dijo sonriendo.

Maxine: ¿Usted? – se asombró.

Aixa: Sí, realmente cuando tú estabas pequeña yo entrenaba mucho. Ahora casi ni tiempo tengo – dijo acercándose a las armas.

Maxine: Usted es increíble – dijo sonriendo.

Aixa: No lo creo, pero gracias – le entregó una lanza a Maxine – entrena conmigo.

Maxine: ¿Yo? – Agarró la lanza – esto es un honor.

Aixa: Por favor, no límites tus movimientos – dijo alejándose de ella para ponerse en posición.

Maxine: No lo haré – dijo preparándose.

Todas las sirenas presentes se asombraron pues nunca había visto un enfrentamiento entre algún hermano, mucho menos entre las princesas pues eran demasiado lo que se querían.

Al principio ninguna se movía esperando por la otra, hasta que la primera en atacar fue la menor, el ataque fue directo y tan rápido que por poco la mayor logra esquivarlo, fue justo así cómo comenzó la mejor batalla que cualquiera hubiera podido ver, durando hasta una hora y los desplazamientos eran tan veloces que apenas se escuchan los choques, una golpeaba a la otra, con la punta contraria a la lanza ya que no se quería lastimar, pero se exigían movimientos; defensa y ataque, ese el pensamiento de ambas; Maxine giraba la lanza sobre su cabeza, mientras Aixa por detrás, la menor apuntó a la cabeza, la mayor a la garganta, lo único que las detuvo de un rasguño fue la lanza contraria.

Justo después del sonido de sus lanzas chocando se escucharon aplausos, pues había mucha audiencia Aixa sonrió mientras Maxine reía.

Maxine: Me engañó, usted no está oxidada – dijo bajando su lanza.

Aixa copio su movimiento - ¿Cómo puedes creer eso? Realmente tengo mucho sin hacer esto, fue bueno volver a hacerlo – dijo acercándose.

Maxine: Bueno, la verdad no parece – se acercó hasta que quedaron a unos pocos centímetros y Aixa la abrazó.

Aixa: Realmente fue muy bueno, me gustaría entrenar más contigo. Eres excelente.

Maxine se sonrojó y aceptó el abrazo. Mientras todas las sirenas veían complacidas la escena un soldado entró agitado al lugar.

Soldado: ¡Princesas! – Ambas voltearon a ver al preocupado señor - ¡Encontramos al príncipe Connlaodh!

***
Cuénteme ¿Qué tal les pareció la pelea?

Nunca había escrito una, así que perdón si no es lo que esperaban.

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Eos amo

La Venganza de la SirenaWhere stories live. Discover now