Epílogo

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Despierto exaltada y agitada, pues he tenido un sueño bastante fuerte, me paso las manos varias veces por mi rostro intentando olvidar, pero lo único que hago es recordar y las lágrimas comienzan a brotar, me asomo por la ventana de mi cuarto, observando la ciudad, últimamente me despierto primero que todos y veo cómo todos comienzan su día con alegría. Mientras pienso otra vez en ese sueño, en el que salgo a la superficie y rescato a Declan, me atormenta cada noche.
 
Han pasado 6 meses desde que Declan murió, porque sí, murió.
 
Cuando me enteré de la noticia quise ayudarlo, salir, hacer todo lo posible, pero la verdad es que no pude, porque cuando Diallo disparó el dardo me llevó al calabozo, me alejó de cualquiera que pudiera escucharme para que no utilizara mi poder de sirena, me retuvo hasta que supo que todo había pasado. Cuando intenté salir y buscar al resto todos estaban muertos, sin alguien que los comandara, todos estaban perdidos y cuando los encontraron solo aceptaron su destino, desde entonces comencé a odiar a mi hermano de por vida, hasta el punto de que le quité el título y me volví la reina de Aquarin.
 
Ahora me ahogo entre deberes y obligación que apenas me den respiro para no pensar en eso, que quizás por mi culpa todos están muertos, me arrepiento de mucho, porque si no me hubiese encaprichado de subir, ellos todavía estuvieran vivos. Quisiera solo dejar de pensar, y por momentos lo logro, pero cuando estoy en la soledad de mi habitación fallo y aquí dejo que todas mis lágrimas fluyan, hasta que me quedo dormida, sueño todos los días con lo mismo, que llegué a salvarlos a todos y que soy libre montando las olas con nuestro barco, que soy feliz al lado de él, que llego a tener hijos; más lágrimas caen, todo es tan doloroso.
 
He decidido encerrarme en una burbuja, en la que no le hablo a Declan y solo lo mando de encrucijada a encrucijada para mantenerlo lejos, me comunico con Maxine solo lo necesario, pero me alegré de ella cuando supe que se iba a casar, y me pidió que fuera quien llevara la unión, así que gustosa acepté a pesar de que mi corazón se estrujara de la envidia de no poder tener eso, cuando tuvo a su primogénito varón lo hice heredero y fui su madrina.
 
Me enteré por boca de ella que Diallo estaba en el mismo camino, se iba a casar y seguía con su vida. La única estancada había sido yo, y la verdad en este mar tan grande me siento como en una pecera, me siento asfixiada, presionada y prisionera.
 
Creo que al final, los finales felices quedan solo en cuentos, y aunque no quiera seguir adelante debo seguir por mi pueblo, justo cuando todo esté sobre ruedas y pueda dejar a mi sobrino tomar el trono, teniendo la edad suficiente, terminaré con este calvario.
 
Quizás así podré por fin descansar, y reunirme con mi otra mitad.
 
Mientras… debo comenzar mi día, mi rutina y continuar en mi burbuja.

La Venganza de la SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora