Capítulo 32

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Efectivamente, los soldados de Aquarin se encontraban intentando hundir el barco, pues apenas entraron al mar todos se enteraron; Behemonth comandaba el ejército con el arma más peligrosa de todas las reliquias. Quién se acercó sin que se diese cuenta era su hermana Maxine con su tropa de sirenas, pues si Aixa escogía el camino equivocado ni Behemonth ni nadie más que ella podría detenerla, fue en ese momento que entendió por qué su hermano Connlaodh le había dado el libro; estaba tan concentrada en salvar a su hermana y su nación que se le olvidó informarle a las sirenas de lo que pasaba, haciendo que ellas tomaran el odio y el rencor en contra de todos y cada uno de los piratas, estaban dispuestas a asesinarlos sin dejar a nadie con vida, pues para eso pensaron que fueron convocadas.

Los mares se movían de un lado al otro, todos sobre el barco se balanceaban sin consentimiento, comenzaron a preparar todo para el ataque. Aixa se acercó a Declan.

Aixa: Voy a bajar, intentaré detenerlos. Pero después de lo que hice dudo que me escuchen – dijo acercándose al borde.

Declan: ¿Qué hiciste? ¿De qué hablas? Si es peligroso no creo que sea buena idea ir – le tomó el brazo para evitar que saltara, estaba preocupado.

Aixa: Cuando decidí venir rompí muchas reglas inquebrantables, básicamente me auto-exilié de mi reino y olvidé que mi hogar me necesitaba, solo y únicamente para venir a cobrar mi venganza – se rio sin gracia – venganza insignificante porque tú ya la cobraste, hice todo esto por nada – dijo viendo el océano.

Declan: Eso es mentira – la hizo verlo – quizás para ti fue insignificante, pero ya tu consciencia está tranquila porque sabes la verdad, además… así te pude conocer – cuando ella iba a hablar él la detuvo colocándole un dedo en los labios – Adara, digo… Aixa, ya no sé cómo llamarte – sonrió – princesa, me llamaste la atención desde un principio, y no solo por tu físico, he llegado a la conclusión de que me gustas, y aunque la venganza haya sido nuestro camino para encontrarnos, no cambiaría nada, quiero intentarlo contigo.

La princesa sonrió – te diré la verdad – no separaron sus ojos en ningún momento – con todas tus molestias has llegado a calar mi corazón, pero lo nuestro no puede, ni va a existir, porque somos de distintos lugares, diferentes especies; porque sí, cuando todo esto termine me iré a mi hogar, recibiré mi castigo y haré de todo para poder volver a estar entre los de mi misma raza, no volveré a salir y tampoco volveré a verte – acunó su rostro con su mano y le limpió la lágrima que se escapó de esos hermosos ojos almíbar, no quería que esto pasara así, no deseaba hacerlo llorar, pero sabía que no podía mentirle y prometerle algo que no cumpliría – Declan, a mi si me hubiera gustado que lo nuestro fuera distinto, que no tuviéramos impedimentos, que nos enamoráramos como se debe, pero las cosas no salen cómo nos gustaría, así que para cuando esto pasé nos daremos nuestro adiós y será como si nunca nos hubiéramos encontrado – acarició un poco esa piel bronceada por el sol, sonrió y se dio la vuelta para zambullirse al mar con una lágrima cayendo por su rostro, esta desapareció apenas su cara tocó el agua, divisó a algunos soldados atacando y un poco más atrás a su hermano sosteniendo algo, se acercó un poco y le hizo señas para que parara.

Behemonth: ¡AHÍ ESTÁ LA TRAIDORA! ¡MATENLA!

***

Behemonth matará a su hermana ¿Ustedes serían capaces de eso por poder?

Juro que no los juzgaré.

Estamos avanzando hacia el gran desenlace de todo esto.

Realmente me he encariñado mucho con esta historia, espero que a ustedes igual.

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Eos amo

La Venganza de la SirenaWhere stories live. Discover now