4 - Invitación

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En un callejón en los suburbios de Yokohama, un hombre custodiaba a un grupo de alfas que insistían con querer irse; el hombre, en túnica negra y encapuchado, hacía oídos sordos de las suplicas del grupo de pandilleros a los que estuvo siguiéndoles la pista desde su estancia en la capital de Kanagawa.

Cinco pandilleros alfa eran en total, todos dispersados por el callejón —ya sea parados o sentados— compartían el sentido de alerta hacia el sujeto que ni siquiera mostraba intención alguna de presentarse. Minutos después, unos pasos se escucharon en el corredor del callejón y el hombre misterioso se apresuró a ponerse en frente.

—Con estos cinco creo que podrás poner en práctica tus habilidades —señaló con la mano a los hombres.

—¡¿Hah?! ¡Qué mierda pasa contigo, hermano! —el líder del grupo se quejó—. ¡Será mejor que no busques pelea!

—La característica especial de los enigma es su don de mando, uno que está por encima de los alfas comunes; ¿por qué no lo intentas, Fedor?

—De acuerdo —encogiéndose de hombros, el nuevo visitante dijo con una sonrisa—. Caballeros, no buscamos guerra. O tal vez sí...

Miró uno a uno a los hombres que rápidamente optó por adoptar una posición de defensa; tres de ellos sacaron sus navajas y los otros dos sus pistolas, apuntándolas hacia Fyodor Dostoievsky.

—Tenemos el control de este territorio, así que más vale que no juegues a ser el fuerte o tu cabeza va a rodar —amenazó el segundo alfa del grupo.

Sin prestarle atención a las amenazas de los sujetos, el ruso caminó sin pena ni gloria hacia ellos mientras mordía la punta de su dedo índice; sintió la sangre brotar dentro de su boca, pero ni siquiera un gesto de dolor se hizo presente en su rostro. Los hombres tampoco retrocedieron, estaban hablando en serio en cuanto a asesinar al hombre, su instinto de supervivencia era admirable, digno de ser aplaudido por el ruso.

No obstante, un aroma intenso se hizo presente en el callón, haciendo que los cinco hombres se alertaran y retrocedieran, asustados. Fyodor se detuvo a dos pasos de ellos —al menos esa era la distancia hasta que decidieron abortar su misión de asesinato— y continuó observándolos inexpresivamente. Uno de los pandilleros se tapó la nariz, el olor que emanaba era tan insoportable que sentía como si pudiera morir en ese mismo instante.

—Todos, arrodíllense y demuestren obediencia.

Los cinco alfas se arrodillaron al escuchar la instrucción, el grupo concordó simultáneamente que de no obedecer ellos serían los que terminarían sin cabeza. El alfa líder del grupo tembló, miraba con extrañeza al hombre que de la nada se había hecho presente, ¿qué era eso? ¿quién mierda se supone que era?, pensaba, pero no encontraba las respuestas.

—Increíble, y lo hiciste sin siquiera alzar la voz —el encapuchado se maravilló ante lo que sus ojos presenciaban.

—¿Dices que este es tu territorio? —cuestionó el ruso al hombre que le amenazó—. Ningún lugar donde tenga presencia la mafia rusa le pertenece a mediocres como ustedes.

En un movimiento rápido, Fyodor rajó el cuello del sujeto hasta que su sangre brotó sin piedad; el cuerpo, que una vez estuvo arrodillado, cayó inmediatamente. Los cuatro restantes, al presenciar la escena, no pudieron evitar brincar por el impacto, pues su compañero había sido asesinado por un corte perfecto en la yugular.

—¿L-La mafia rusa... dices...? —el líder del grupo cuestionó.

—Mantén la boca cerrada —ordenó con tranquilidad el ruso—. ¿Qué te parece, Lorca?

—Creo que tienes el talento, haberte regresado a la vida ha valido completamente la pena. Sin embargo, es insuficiente para tu propósito.

—¿Aún no tendré a mi petirrojo bailando en la palma de mi mano? —miró su palma derecha.

Unbreakable | Soukoku - Omegaverse | BSDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora