Otra parte de la historia: la hija no reconocoda de Fyodor

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—Tememos que los conflictos entre las organizaciones criminales del mundo afecten nuestra paz y armonía; esto definitivamente no es lo que Dazai-sama nos prometió cuando pactó con nosotros —expresó un hombre mayor mientras fumaba un puro de tabaco.

—Definitivamente tenemos que hacer algo para detener a los sobrevivientes de la mafia rusa —un joven rubio elegante apoyó.

—Eso es imposible, caballeros —una mujer pelinegra, morena, de baja estatura, pero atractiva, se unió a la conversación mientras miraba la pantalla de su computadora—. Europol es la única organización con esa clase de autoridad.

—¿Se está escuchando, embajadora? He escuchado que el Capo di cappi ha estado de visita en nuestro país, y al parecer, está buscando a Dostoievsky —el hombre mayor alzó una ceja.

—Un chisme, como otros tantos de los que te gusta esparcir —otro joven se unió a la conversación—. La yakuza tiene un estricto convenio con el gobierno japonés, para nada permitirán que organizaciones criminales extranjeras pongan el riesgo a nuestra población —rio para sí—... Es el precio a pagar por operar de manera "legal" —se encogió de hombros.

—No son chismes —el viejo chasqueó la lengua—. Alguien de muy buenas fuentes me dijo que ese hombre, Dostoievsky, es un tipo al que hay que temerle; un alfa-enigma, el primero en su especie... De sólo decirlo la piel se me eriza.

—Hah —mirando a sus colegas, la embajadora de Rusia insistió—. Basta de dar lugar a noticias innecesarias en la embajada; además, la seguridad de los japoneses es algo por lo que nos hemos mantenido trabajando tan arduamente todos estos años. Terminemos la reunión por hoy.

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Se miró en el espejo, asegurándose de que su cabello corto estuviera bien arreglado; se colocó los aretes, se pintó los labios de rosa coral y finalmente se decidió a emprender un viaje en el que no estaba permitido el fracaso.

Sus tacones resonaron en el fino y brilloso suelo de la habitación de hotel donde llevaba viviendo un par de años.

—Cuida de la pequeña, regresaré pronto.

—Cómo ordene, señora —una adolescente respondió viendo como la embajadora salía por la puerta—. ¿P-Puedo preguntar a dónde va?

La mujer se detuvo con la mano en la perilla, y sin mirar atrás respondió, —A Port Mafia.

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El edificio era bastante alto; ya había escuchado que era el más grande en toda la cuidad de Yokohama, pero no podía creerlo hasta verlo por sí misma.

Para nada se sintió inferior, era una experiencia maravillosa estar ahí. Usualmente, los embajadores no visitaban a personas tan importantes de las organizaciones criminales; sin embargo, ella tenía un asunto importante —demasiado importante— que atender con el líder de la yakuza.

Al entrar al edificio, en la recepción, se encontró con un par de hombres que jugaban al póquer. Le alivió saber que después de todo se comportaban como personas decentes.

—Ya rindete, hombre. Perdiste.

—¡Ghh! ¡No, eres una mierda! ¡Tramposo!

—Disculpen, caballeros.

Los hombres que discutían en broma detuvieron su rato de diversión y observaron a la pequeña mujer que parecía perdida; el mafioso que perdió la partida, no desaprovechó la oportunidad e intentó disfrazar su intento de ligue con amabilidad.

Unbreakable | Soukoku - Omegaverse | BSDWhere stories live. Discover now