La estrategia II

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Una cachetada lo habría tomado menos por sorpresa. De Armando habría podido escucharlo sin el mayor problema, al fin y al cabo, él parecía un títere. Pero ¿de Marcela? Sintió la bilis subirse a su boca. No terminaba de salir del estado de shock cuando ella repitió esas últimas palabras.

— Lo que escuchaste, Hugo. Estoy de acuerdo con Beatriz— le repitió haciendo énfasis al final.

—Ay, no... Yo no puedo, no, Dios mío...— repetía y miraba a los lados, tal vez buscando a quien más preguntarle si lo que acababa de escuchar era real.

Armando miraba a Marcela con lentos parpadeos. Jamás en la vida imaginó escuchar eso. Nunca, ni lo más remoto. Vio como Marcela lo repetía para Hugo, mientras sonreía con el gesto de ¿Cuál es el problema?

Beatriz, por su parte, agachó su cara en cuanto Hugo interrumpió aquel mágico momento de conexión. Esperaba que ya se hubiese pasado un poco el sonrojo de sus mejillas y que la sonrisa que quería permanecer pegada en su rostro por fin pudiese controlarla.

Si ninguno de ellos lo esperaba, ella menos. Fue como un flechazo, un poco de alegría en medio de todo. Un sentimiento de euforia que hace mucho no sentía se la estaba comiendo por dentro. Ojalá ella hubiese entendido en esa corta mirada lo agradecida que estaba por haber aceptado.

Mario solo reía incrédulo, hasta que notó la seriedad de las palabras de Marcela y también se puso serio. Nicolás solo pudo advertir aquel pequeño cruce de miradas de ellas y seguía observando a su amiga, con la cabeza puesta en su documento, sin darle la cara a nadie.

Marcela se encargó de Hugo. Le dio su palabra de que sólo ella se encargaría de aprobar los diseños y que velaría porque la esencia de Ecomoda no se perdiera. Pero aún faltaba la prueba de fuego para él.  Beatriz se la dijo, ya debería estar anestesiado después de todo. Debería vestir al cuartel y a Gutiérrez. Aceptó y se retiró del comité, no sin antes decirle a Marcela que lo hacía por ella, por nadie más.

Armando estaba absorto en sus pensamientos. Hasta olvidó decir que él también estaba de acuerdo. Apenas Hugo se retiró comenzó a exponer su plan junto con Calderón. Era una cadena de franquicias para América Latina y el Caribe. Aprovechó para decir que estaba de acuerdo con Beatriz, cosa que no tomó por sorpresa a nadie, porque eran ideas que estaban casi de la mano.

— Y pues bueno, evidentemente para poder llevar a cabo este proyecto, tendré que ausentarme del país junto con Mario, por dos meses — comenzó a repartir un itinerario de viaje a todos— ahí tienen detallado dónde estaremos y por cuánto tiempo.

— ¿Te vas pasado mañana? — dijo Marcela con gesto de confusión al notar la fecha.
— Sí, Marcela, pasado mañana iniciamos por Buenos Aires— le dijo torciendo la boca.

Golpe bajo. Solo pudo respirar profundo y mirar esa hoja, sin prestarle mucha atención realmente. Unirse con Beatriz para mantenerlos alejados y ahora resulta que se iba y no había tenido la mínima decencia de avisarle. Se sintió ignorada y como un cero a la izquierda.

Beatriz pudo notar cómo le había afectado eso. A ella también la tomó por sorpresa, pero no tenía ninguna relación con él, así que solo le quedaba lidiar con la incomodidad de ese sentimiento. Pero era obvio que Marcela estaba descolocada.

— Bueno, doctores, pues realmente sí veo que es una propuesta muy acertada, sin embargo necesitamos analizar con Nicolás, a fondo, las proyecciones, la inversión y las ganancias que arrojaría este negocio y si realmente nos beneficia.

Marcela estaba aún absorta, en trance, no despegaba la mirada de allí. Armando Mendoza acababa de borrarle la poca alegría que le había mostrado.

—Por supuesto, Betty... Beatriz, si quieren revisen y nos reunimos mañana para ver qué deciden— le respondió Mario.

Destino - Marcela y BettyWhere stories live. Discover now