Distancia justa

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Beatriz despertó al día siguiente con sentimientos encontrados y el agotamiento de las pocas horas de sueño. Consideró que tal vez fue apresurado el contarle a su madre lo que sucedía. Pero ya estaba hecho, no había vuelta atrás y tampoco quería arrepentirse. Eso era parte de su cambio, dejar de lado los secretos y no volver a mentir sobre lo que era.

Cuando bajó a desayunar, Nicolás y su padre ya estaban terminando y su mamá estaba en la cocina. Saludó y los dos respondieron, menos ella. Fue como una punzada al corazón. Lo que podía salir mal, salió mal. No quería empeorar el ambiente y afanó a Nicolás para irse a Ecomoda.

En el camino, le contó a su mejor amigo todo lo sucedido con Marcela y su madre. La felicitó y le dio todo su apoyo y aprovechó para reprocharle el haberlo dejado tirado la noche anterior.

— Ay, no se haga el digno, Nicolás, que usted cuando andaba con la peliteñida también se me escapaba— se defendió.

— No, pues , qué, me va a seguir martirizando — le siguió el juego— le recuerdo que usted y yo ya terminamos.

Betty sonrió por primera vez en el día. Pero recordar como su madre la ignoró le borró la sonrisa.

— Betty, no haga esa cara ¿No me diga que le rompí el corazón? ¿usted sigue enamorada de mí?— continuó bromeando Nicolás.

— No sea idiota, Nicolás. Es que me tiene muy dolida la actitud de mi mamá. No sé, creo que no me va a perdonar haberle salido bisexual — comentó torciendo el gesto mientras iba atenta al camino.

— Vea, Betty, por su mamá no se preocupe. Debe estar tratando de procesar todo. Es que además usted no escatimó en gastos, le soltó la bomba completa. Lo bueno es que ya puede soltar al San Antonio que tiene allá amarrado y de cabeza en el clóset — Nicolás da y quita, como siempre.

— ¿Será Nicolás? Es que jamás me había ignorado, nunca en mi vida que yo lo recuerde.

— Betty, mire, para una mujer como su mamá, saber algo así, no es fácil. Además, ella es una mujer que toda la vida supo que el amor era mujer con hombre y viceversa. Que no sale de la iglesia y que aparte se casó con uno de los hombres más conservadores que conozca.

— Pues sí, Nicolás. Pero eso no le quita que me ame y me acepte como soy.

— Por eso, Betty, dele unos días. Y verá que ya aclaran todo, yo sé que ella la va a apoyar. Ahora piense bien qué va a hacer con su papá, porque ahí sí poseemos problemas.

Nicolás tenía razón. Ese era el hueso más duro de roer y por eso necesitaba el apoyo de su madre. Probablemente perdiera a su papá para siempre.
Llegaron a Ecomoda y se fueron a sus respectivas oficinas.
Por otro lado, El cuartel entero también casi pasó la noche en vela. La salida misteriosa de Betty y de doña Marcela luego de durar un buen tiempo encerradas era chisme de primer orden en Ecomoda.

— ¿Será que se estaban peleando por don Armando? — preguntó Sandra con preocupación.

— Ay, mijita, pues si eso fue así, fijo Betty sale de Ecomoda— argumentó Bertha.

— Nooo, mamita, acuérdense que si Betty se va, se lleva todo. Yo más bien creo que pelearon por otra cosa— dijo Sofía.

—¿Pero por qué otra cosa? — repuso Inés.

— No sé, por el trabajo o por don Hugo , uno nunca sabe— respondió nuevamente Sofía.

Mariana y Aura María sonreían internamente. Contenían con gran fuerza las ganas de soltar la boca, pero brincaban en un solo pie de pensar que algo más estuviera pasando con ellas.

Destino - Marcela y BettyWhere stories live. Discover now