Humo

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Detuvo el movimiento de sus manos al escuchar esa voz.

- Unos informes de marketing de Mario - atinó a responder - necesito mirar si tuvo en cuenta unos gastos extra de algunos almacenes.
- ¿No era que ibas a almorzar? - Beatriz se acercó y le rodeó la cintura con un brazo, para alivianar la tensión de hace un rato.
Marcela se relajó y se giró de medio lado para verla de frente mientras sujetaba la mano de Beatriz en su cintura.
- es que tengo una jefe que me explota y no nos deja almorzar si hay trabajo pendiente - broma.

Beatriz se rió y torció los ojos.

- Marcela Valencia debería abrir un sindicato, no permita tremenda violación a los derechos de las y los trabajadores - continuó Beatriz la broma mientras le apretaba la mano en la cintura.

- Sintraecomoda, se va a llamar- sonrió arrugando la nariz y con eso se esfumaron las pesquisas de aquella rabieta en ambas.

Se dieron un beso corto en medio de risas.

Marcela no pudo encontrar lo que buscaba. Al menos logró distraer la atención de Beatriz de aquello y el día pasó sin pena ni gloria. Sin embargo, sentía que debía averiguar, por lo que llegaría temprano al día siguiente. Al salir de Ecomoda no vio nada extraño, aunque intuía la presencia de Armando, simplemente se despidió de Beatriz y cada una se fue a su casa.

El domingo, muy temprano, Marcela llegó a Ecomoda y dio en el clavo. Ya tenía el teléfono del hotel donde se supone que debería estar Armando. Se fue a su oficina y le pareció que los timbrazos eran eternos. Lo confirmó, Armando había abandonado el hotel hace ya varios días y no tendría que estar en otro. Pensaba y pensaba en cómo confirmar su estancia en Colombia, hasta que se le ocurrió algo.

De nuevo los timbrazos eternos.

- Edificio Torre Vita, Buenos días - contestó un hombre.
- Salcedo, buenos días, ¿Cómo está? Habla con Marcela Valencia - reconoció la voz del vigilante de inmediato.
- Doctora Marcela, bien,gracias - se le hizo extraño al vigilante tanta cordialidad - en qué le puedo colaborar.
- Una pregunta, nada más, es que estoy de viaje y no he podido ir ¿Ya volvió Armando?- trataba de hablar en el tono más dulce posible.
- Sí, doctora, hace unos días volvió.
- Perfecto, Salcedo, muchas gracias.
- ¿Le quiere dejar alguna razón?
- Noo, tranquilo, ya sé que está en Colombia y lo puedo llamar a su celular. Salcedo, otra cosa, por favor.
- dígame
- no vaya a decirle que llamé
- tranquila, doctora.

Colgó y soltó el aire.

- Maldita sea, Armando , algo estás tramando, estoy segura.

Su instinto la llevaba a pensar en proteger a Beatriz, pero no sabía de qué. No sabía a qué se debía esa ausencia, lo más lógico era que se presentara en Ecomoda, pero no. Así que sabía que había una amenaza aunque invisible. Sabía que de haberse enterado, la debería estar odiando y mucho, ya que ella sí tenía la certeza de sus sentimientos hacia Beatriz. Tal vez debió decírselo antes de iniciar cualquier relación con ella, pero no le dio tiempo, ni siquiera lo pensó. ¿Y si Beatriz le hubiese dado una oportunidad a Armando de haberlo sabido? ¿Sí eso hubiese cambiado la forma en que sucedieron las cosas? Tal vez...

Beatriz sonrió al ver el auto de Marcela ya estacionado cuando llegó a Ecomoda. Tenía planes muy diferentes para ese día. O al menos la tarde. Habló con Nicolás para que le ayudara con parte del trabajo y eso les dejaría un buen tiempo libre. Esperaba que todo resultara bien, esperaba no equivocarse.

Trabajaron parte de la mañana en casi absoluto silencio. Solo algunas preguntas necesarias. Marcela trataba de concentrarse al máximo, pero no podía. Estaba ansiosa y nerviosa y su novia lo notaba, pero pensó que quizás era el haber madrugado tanto. Sin embargo, después de dos cafés, lo descartó. Algo sucedía, estaba segura. Sin embargo, la dejó estar por un tiempo.

Destino - Marcela y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora