Capítulo 5

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Al despertar oigo ruidos fuera de la habitación, tardo un poco en ubicarme, desorientada hago un reconocimiento del lugar, miro el móvil para ver la hora que es, las once y veinte

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Al despertar oigo ruidos fuera de la habitación, tardo un poco en ubicarme, desorientada hago un reconocimiento del lugar, miro el móvil para ver la hora que es, las once y veinte. Eran como la una y media cuando por fin me acosté en la cama. Y para mi asombro pude dormir, a pesar de que no eran mis sabanas ni el olor al que estoy acostumbrada.

Para sorpresa de nadie, no tengo llamadas perdidas ni mensajes de mi padre, pero tampoco tengo ninguno de mis amigas. Las he llamado infinidad de veces desde que me fui del distrito 1 y a día de doy todavía no se nada de ellas.

Tardo un poco en decidir si salir fuera de la habitación o esperar aquí un rato más, sin duda ellos ya están despiertos porque se oye jaleo, seguramente estén en el salón.

Me levanto despacio y me destapo el apósito para mirar la herida, veo que tiene una pinta bastante fea, pero a la vez se ve mucho mejor.

Poco después de dormirme tuve que tomar otra pastilla porque el dolor volvía a intensificarse de nuevo. Y sin duda ahora me tomare otra porque me arde mucho. Me pongo los calcetines, las zapatillas y los pantalones que llevaba ayer, aunque estén manchados de sangre, pero la camiseta me los cubre por completo así que no se ven, salgo de la habitación, pero no lo hago de golpe ,abro la puerta y miro para ver quién hay afuera, no sé si alguien más vive o viene aquí y no me gustaría que me vieran y mucho menos solo con esta camiseta puesta.

Las niñas son las primeras en notar mi presencia.

—¡Buenos días! —dice la de pelo liso bajando del taburete que hay junto a la encimera—. Estamos haciendo tortitas ¿te gustan?

—¡Claro! —pongo mi mejor cara mientras me coge de la mano y me lleva hasta la parte de la cocina. Miro en todas direcciones verificando que no hay nadie que yo no conozca aquí. Veo en otro taburete a la otra niña que me sonríe con la boca muy abierta y a Rick haciendo las tortitas en la sartén y éste está de espaldas a mí—. Hace años que no las pruebo.

—¡Qué bien! —se alegra la niña de pelo ondulado—. Vas a tener la suerte de probar las mejores —me sonríe—. Toma te dejo mi sitio —va a bajarse del taburete cuando se lo impido.

—Oh, no te preocupes puedo estar de pie, así estamos todos casi a la misma altura para desayunar —le guiño un ojo y ella intenta hacerlo también pero no le sale y hace gestos raros y todos nos echamos a reír.

—Que caras más graciosas pones tata —le dice la otra niña riéndose a carcajadas.

—¡No te rías de mí, tonta! —se cruza de brazos enfurruñada—. Me vas a enseñar a hacerlo bien ¿a que sí? —me pregunta.

—Claro, yo te enseño lo que quieras, peque —respondo.

—Las tortitas están listas —anuncia Rick en voz alta mientras se gira y pone el plato hasta arriba de tortitas en la encimera de la cocina.

—¿A cuántas tocamos? —pregunta la niña de pelo ondulado.

Tengo que recordar quién es quién, son tan iguales... tan idénticas que, aunque tengan el pelo ligeramente diferente no sé cuál es cuál.

Distrito 24Where stories live. Discover now