Obligada a mudarse de barrio, Aria se encuentra fuera de su zona de confort, teniendo que utilizar su ingenio a diario para sobrevivir en el barrio de traficantes más peligroso de la cuidad.
Allí conocerá a Rick, el atractivo traficante con un aura...
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La semana ha pasado rápido. Siento que junto a los hermanos mi vida corre más deprisa que antes y eso es porque cada día lo disfrutamos al máximo. Nunca sabes cuando el tiempo se detendrá para siempre, y estando cada día dentro de este barrio eso es algo que puede ocurrir en cualquier instante.
Últimamente nos hemos vuelto un poco más descuidados a la hora de salir a la calle, no tomamos las precauciones que solíamos tener en un principio. Aun así, seguimos siendo precavidos, pero asumiendo que en cualquier momento pueden conocer nuestra relación.
No me asusta. Siento que ahora soy más fuerte tanto física como emocionalmente, mi chico se ha tomado la molestia de enseñarme a defenderme de cualquier ataque y hemos estado haciéndolo desde que empecé a vivir con ellos, y gracias a eso mi mente se ha vuelto más fuerte también, por el hecho de no quedarme bloqueada ante esas situaciones que por desgracia he vivido varias veces.
Obviamente no soy estúpida y no salgo a gritar al mundo entero lo enamoradísima que estoy de mi ardiente novio, no quiero que otra puñalada o alguna bala perdida atraviese mi cuerpo. Pero he tenido que enfrentarme a toda la gente que rodea la zona en la que vivo y eso me ha ayudado a coger más confianza en mí misma.
Eso y que mi chico por si acaso no deja que salga de casa sin una pequeña navaja que llevo siempre a mano.
Al principio me negué, podría ser tan idiota que acabaría por clavármela yo misma o que alguno de estos miserables me la robara y la usara contra mí. Pero después de pensarlo un tiempo al final decidí que sí, que la llevaría conmigo.
Solo por lo que pudiera pasar.
***
Estoy en la tercera clase del día, los exámenes se acercan debido a que este curso es más corto y todo el temario lo tenemos que aprender en menos tiempo. Dado a que la graduación es en abril, porque en mayo ya se empieza a preparar todo para el acceso a la universidad.
A la cual no iré, por ahora.
No hasta que nos hayamos mudado.
Es curioso como las prioridades que una persona tenía en la vida se ven anuladas o cambiadas por otras que no creía ni tan siquiera llegar a imaginar que tendría.
Como es por ejemplo mi caso.
Nos han inculcado desde niños que después de la secundaria hay que ir a la universidad, y es para eso para lo que te preparas toda tu infancia y mucho más en una familia como lo era la mía. Donde ir a una de las universidades de la Ivy league era lo menos a lo que podías aspirar.
En cambio, ahora, esa prioridad ha pasado a un segundo plano. Aplazando el momento de ingresar a la universidad o puede que incluso nunca llegue a ir.
El timbre suena y salgo de clase en dirección a las taquillas. A lo lejos veo apoyado sobre la mía a Robert. Estoy entre extrañada y sorprendida por verlo. Lleva toda la semana sin venir y como yo el viernes pasado tampoco vine no sé qué le haya podido pasar.
