Capítulo 7

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¡Dios!

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¡Dios!

Estoy más que agotado.

Después de la mala noche que he pasado trabajando, el llegar a casa y encontrarme a Aria en este estado tan horrible me supera.

Necesito descansar, comer algo y darme una buena ducha. Se nos han hecho casi cerca de las ocho de la mañana después de estar hablando.

Estoy en la cocina preparando café para mí y chocolate caliente para ella, a la vez que hago el desayuno para los cuatro, mis hermanas no tardarán en levantarse y estoy casi seguro de que ver a Aria en casa les va a dar una gran alegría.

Esas niñas desde un principio han aceptado a la chica en esta casa y se han preocupado por ella más de lo que nunca hubiera imaginado, algo muy inusual dado a que todo el mundo que puso un pie este piso en un pasado han querido hacerles daño psicológicamente.

He ahí una de mis reglas, no dejar entrar a nadie en casa y mucho menos chicas.

—¡Príncipe! —dicen las dos a la vez mientras salen corriendo de su habitación derechas a darme un gran abrazo.

—¿Buenos días niñas, como habéis pasado la noche?

—Un poco regulín —responde Lucy.

—Por qué enana ¿Has tenido pesadillas?

—Solo algunas —contesta encogiéndose de hombros.

—¿Te acuerdas de lo que nos prometiste ayer? —me pregunta Nora con preocupación—. Tenemos que encontrarla.

Las dos se suben al taburete de la cocina y les pongo dos platos con tortitas uno a cada una y zumo de naranja en los vasos.

—Creo que no será necesario niñas, os tengo una sorpresa —les sonrío divertido.

En ese momento Aria que se estaba dando una ducha sale del cuarto de baño con una de mis camisetas y uno de mis pantalones de dormir. Desde luego tiene mucho mejor aspecto que cuando la encontré. Aún tiene el pelo húmedo y eso hace que se le vea más oscuro cosa que resalta mucho más el color verde claro de sus ojos.

—Buenos días —dice en un tono de voz tímido justo al lado de mis hermanas que no se habían dado cuenta de su presencia por lo concentradas que estaban comiendo tortitas.

—¡¡Ariel!! —chillan las dos a la vez.

Es algo que suelen hacer muy a menudo, decir cosas o hacer gestos al mismo tiempo, será cosas de gemelas... de un salto se bajan de los taburetes con sus caras llenas de chocolate y la abrazan por la cintura, sus cabecitas llegan justo a la altura de su ombligo.

Ella se agacha junto a ellas para estar a su misma altura y las tres se envuelven en un abrazo juntas.

Y no puedo apartar la mirada de ellas así.

Distrito 24Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz