Capítulo 24

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Los muchachos que vigilaban ya han dado el visto bueno al plan A

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Los muchachos que vigilaban ya han dado el visto bueno al plan A. Eso quiere decir que solo se han quedado cuatro guardas vigilando, justo como el infiltrado nos había asegurado.

Doy vueltas a mi pulsera sin parar mientras rezo todo lo que sé, implorando que cada uno de estos patanes haga bien su trabajo y podamos salir de ésta.

El furgón nos deja donde acordamos, en la carretera principal a unos metros de distancia de la nave, nos movemos a pie escondiéndonos entre las otras naves del lugar, y entre los matorrales que están de decoración para separar unas naves de otras hasta estar en los puntos estudiados.

El que vigila la entrada desde fuera no para de moverse, camina de un lado a otro con un rifle entre las manos, lleva una radio por la que se comunica con los guardas que están dentro, de los cuales no sabemos su posición ni las armas que portan.

El plan es reducir a los vigilantes sin herirlos, esas son las órdenes. Ordenes que a la primera de cambio ya han desobedecido porque uno de los tipos rudos que tiene que reducirlo lo ha hecho de pena, perdiendo el factor sorpresa al dispararle en la pierna al vigilante. Alertando a los que están dentro de que algo pasa en la calle.

De pronto todos empiezan a perder los nervios y a hacer cosas por su cuenta.

Estoy acojonado, acabamos de llegar y esto ya se ha puesto mal, me sudan las manos y tengo el corazón latiendo a un ritmo para nada bueno, necesito calmarme para hacer mi trabajo, no pueden temblarme las manos o perderemos un tiempo valioso —vamos Rick cálmate, me digo a mí mismo— a mi lado Tano me mira, siento lo nervioso que está también, no para de secarse las manos en el pantalón por que le sudan, lo sé, es algo que siempre le ha pasado cuando estábamos en una situación similar a esta.

La última en el atraco que lo jodió todo.

Estamos a la espera de que algo pase, ya todos y cada uno de nosotros estamos en la posición indicada según el plan, los guardas de dentro no han salido, pero estoy casi seguro de que han escuchado el disparo y también estoy seguro de que han pedido refuerzos, es lo que yo haría en su situación. La incertidumbre me tiene de los nervios.

El tiempo corre y todo esto ya nos está retrasando.

—¡Muchacho te toca! —me susurra uno de los que está al mando del plan—. Ya sabes que hacer.

Asiento con la cabeza en silencio y con todo el sigilo que puedo me muevo entre las sombras hasta llegar a la nave vacía que esta justo al lado de la que tenemos que entrar. Fuerzo la puerta lateral y saco la escalera, una que dejamos allí a propósito para este caso. La pongo sobre la pared lo más lejos de las puertas laterales que puedo y subo por ella. Forzando la cerradura de la ventana, cosa fácil ya que nadie entraría por allí porque para bajar abría que dejarse caer y son varios metros de altura.

Una vez abierta bajo de la escalera y otro de los tipos sube por ella, es un chico delgado, alto y con una apariencia más parecida a la de un friki que a la de un ladrón. Escanea el lugar haciendo un estudio a todo lo que hay dentro. Su tarea es la estrategia, por lo que tiene que buscar las puertas laterales y ver por cual podemos entrar mejor. Porque tampoco sabemos cómo está la nave por dentro con toda la mercancía dentro, ya que puede que hayan inhabilitado una de las puertas y solo tener la central que queda operativa.

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