Obligada a mudarse de barrio, Aria se encuentra fuera de su zona de confort, teniendo que utilizar su ingenio a diario para sobrevivir en el barrio de traficantes más peligroso de la cuidad.
Allí conocerá a Rick, el atractivo traficante con un aura...
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Cuando llego a casa las chicas ya me esperan con la mesa puesta y la cena lista, nos sentamos donde ya hemos cogido la costumbre de hacerlo.
—Rick mañana no voy a volver cuando salga del instituto derecha a tu casa, voy a vender unas cosas en una tienda de segunda mano que me pilla de camino al centro comercial y luego iré allí para comprar algo de ropa más... adecuada a mi situación.
—¿Y vas a hacer todo eso sola? —indago.
—Si, igual te iré informando cuando este en cada lugar si así lo quieres.
—No hace falta que me avises de cada paso que das Aria, yo te dije eso siempre que estés de vuelta al barrio por si algo te ocurriese saber porque tardas y bajar a buscarte. Nunca te pediría algo así por que sí. De hecho, puedes no hacerlo, no te estoy obligando a ello —le aclaro en un tono de voz cansado.
—Está bien, no hace falta que te pongas tan serio —frunce el ceño y luego continúa con la cena.
Sé que esta semana he estado un poco inquieto, más de lo normal y muy irritable con ellas, porque he estado recibiendo unas llamadas de una persona que no creí volver a ver, no después del tiempo que ha pasado y el hecho de que me esté llamando ahora después de tantos años me tiene un tanto nervioso.
No he contestado a ninguna de ellas y eso solo hace que insista más, como también sé que no puedo darle la espalda y tengo que contestar la maldita llamada de teléfono, por mucho que no quiera hacerlo, sabiendo que lo que voy a escuchar al otro lado de la línea no será para nada bueno.
Aria ha ido a ducharse mientras las niñas recogen la mesa y yo limpio la cocina. Momento que voy a aprovechar para hablar con ellas.
—Oye enanas —las llamo y ellas se acercan a la parte de la cocina—. Venir que os subo a la encimera, momento confidencia.
Momento confidencia es algo que a ellas les encanta, desde que esta Aria en casa hablamos entre nosotros sin que ella nos oiga, siempre para cosas buenas hacia ella claro. Como cuando decidimos esperarla para comer.
—Mañana es viernes y ya sabéis que termináis una hora antes las clases.
—Si, príncipe, conocemos nuestro horario.
Les frunzo el ceño y les hago una mueca de burla por lo irónicas que han sonado sus palabras.
—Vale todos conocemos vuestro horario —pongo los ojos en blanco—. A lo que voy es ¿os parece bien darle una sorpresa a Aria mañana, e ir a buscarla al salir de su instituto y acompañarla en lo que ha dicho que iba hacer para que no lo haga sola?
—¿No se molestará por que hagamos eso? —pregunta Lucy.
—¡Yo creo que le hará ilusión! —dice Nora muy entusiasmada—. Pero si no quiere pues nos volvemos y no pasa nada ¿no príncipe?
