Capítulo 34

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Esta semana el barrio está muy revuelto

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Esta semana el barrio está muy revuelto.

Hemos tenido problemas a la hora de dormir porque algo ha pasado y por la noche no paran de hacer ruido y revolver los portales e incluso las casas de los vecinos. No todas claro, pero si muchas de ellas.

Incluso mi novio está nervioso. No ha llevado a las niñas al colegio y hemos estado encerrados en casa todo este tiempo. Él no deja el móvil ni un segundo porque no paran de entrarle notificaciones de llamadas y mensajes y nada de eso son para cosas buenas, porque baja a la calle y cuando sube, está más nervioso que cuando bajó.

Estamos a miércoles y no he ido a clase al igual que las chicas, siento más miedo que nunca viviendo aquí y no tengo paz ni un segundo cada vez que él si baja a la calle a encontrarse con sus chicos y los vecinos de la zona para ver que está pasando en las calles.

Hace casi dos horas que Rick se fue y las chicas están en mi habitación viendo dibujos en el portátil, momento que aprovecho para darme una ducha rápida.

Estoy aclarándome el pelo cuando un fuerte golpe en la puerta de la entrada de casa se oye. Me sobresalto al escucharlo, salgo de la bañera y me pongo el albornoz lo más rápido posible y con el pelo chorreando salgo corriendo hacia donde están las niñas, que las veo temblando sobre mi cama.

Cuando entro cierro la puerta y echo la llave, abrazo a las niñas y esperamos en la cama a que todo pase. Otro golpe, pero ahora más fuerte vuelve a oírse y ahora sí, las niñas empiezan a llorar y yo tiemblo de miedo.

No sé qué está sucediendo, estoy aterrada, pero no soy tan estúpida como para no tener algo con lo que defendernos de lo que sea que esté pasando afuera, por eso salgo corriendo a la cocina y cojo el cuchillo más grande que veo y vuelvo a la habitación a encerrarme con ellas. Es al tercer golpe cuando las chicas y yo nos metemos debajo de la cama corriendo, las abrazo tanto como puedo e intento calmarlas.

—Mis niñas, tranquilas —susurro y les limpio las lágrimas y las cubro con mi cuerpo escondiéndolas tanto como puedo en el espacio tan reducido que hay bajo la cama.

Se oyen gritos y ruidos afuera en el rellano y se me corta la respiración en el mismo momento que oigo la puerta de casa abrirse de una manera poco natural. Como si de una fuerte patada la hubiesen abierto.

—Pagarás por esto —oigo como Rick le dice a alguien gritándole enfurecido.

—Tú te lo has buscado al no querer cooperar —le grita la voz ronca y grave de alguien a mi novio.

Oigo como están en el salón y las voces se escuchan más flojas cuando entiendo que están en la habitación de las chicas, porque enseguida vuelven a escucharse los gritos fuertes otra vez.

—Abre esta puerta —ordena alguien con una voz tan ronca, que me da terror con solo oírla—. Maldito hijo de puta —un fuerte golpe en la puerta de nuestra habitación se oye y las chicas empiezan a llorar de nuevo—. Lo escondes aquí ¡¿verdad?! O abres o te juro que te meto una bala en la puta cabeza ahora y abro yo esa puerta como he abierto la otra.

Distrito 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora