Capítulo 25

174 32 124
                                    

Creo que nunca había sido más feliz en toda mi vida

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Creo que nunca había sido más feliz en toda mi vida.

Cuando la puerta se abrió y lo vi. Entero, sano y a salvo en casa, mi corazón palpito como loco por su llegada. Estaba tan ansiosa de verlo como las niñas, a las que he tenido que distraer durante todo este tiempo y lo he conseguido la mayor parte de él, aunque preguntando a cada momento cuando llegaría su hermano, a lo que yo solo podía responderles que sería pronto, aun si saber si eso pasaría.

La emoción que sentí al verlo abrazado a sus hermanas me ganó y entre risas y lágrimas corrí hacia ellos para unirme también al recibimiento. Todo se sintió correcto en ese momento, todo se sintió real, nada de fingir emociones y nada de esconderlas. Por primera vez ya no quería ocultar más lo que sentía por él.

Después de la noche que pasamos antes de que se fuera ya nada volverá a ser como antes.

Al pasar los minutos deshicimos el abrazo y salimos al salón, los cuatro nos sentamos en el sofá, Rick y yo sobre él y las niñas encima de nosotros.

Ellas no sabían por todo lo que él había pasado, yo tampoco, pero si sabía de la delicadeza del asunto, tampoco sabía realmente si quería que me lo contase todo o no saber lo que había pasado. Solo con tenerlo otra vez de vuelta era suficiente.

—¿Has comido? —le pregunto, ya que nosotras lo habíamos hecho hace un par de horas.

—No. Y me muero de hambre —dice haciendo cosquillas a sus hermanas y dándoles mordiscos en los brazos—. ¡Podría comerme hasta dos enanas repetidas!

Ellas empiezan a reír y a retorcerse debajo de sus manos. Yo me quedo embobada mirándolos.

—¡Príncipe no, para! —dice Nora entre carcajadas mientras a su vez Lucy se acerca mucho más a mí, hasta estar encima de mí, como si de esta forma estuviera lejos de los brazos de su hermano que con solo estirarlos ya la tenía al alcance.

—Está bien, está bien ya paro. Voy a darme una ducha mientras y cuando salga hacemos lo que queráis.

—¡Vale! —contesta Nora—. Vamos a hacerte algo rico de comer.

El asiente y se va al cuarto de baño, mientras nosotras preparamos algo delicioso para él.

Pasamos toda la tarde jugando a juegos en el salón, y hablando de todo lo que hemos estado haciendo. Cuando son las nueve de la noche las niñas ya se van a dormir y nosotros también.

Estar toda la noche anterior en vela, y nerviosa por lo que podía pasar no me ha dejado descansar ni un minuto y él también parece un zombi con ojeras y un cansancio físico y mental que se nota a leguas.

Doy las buenas noches a las chicas y me voy a nuestra habitación a esperarlo, no tarda más de quince minutos en abrir la puerta y dejarla entreabierta tras él.

Ese gesto hace que mi corazón de vueltas como una noria, ahora que la babosa no duerme en casa no tengo porque dormir con la puerta cerrada del todo. Aunque últimamente ni siquiera me sentía atrapada aquí, porque en todo momento lo tenía a él a mi lado, creo que me he acostumbrado tanto a él que los miedos y las pesadillas ocupan cada vez menos espacio en mi mente.

Distrito 24Where stories live. Discover now