Capítulo 49

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Rick.

No hace falta que pregunte por el hombre que me está ayudando porque él me ve llegar y avanza hasta a mí. Me hace pasar a su despacho para que hablemos.

Le muestro la grabación que he traído con toda la información que he podido reunir en el menor tiempo posible. Me mira con desaprobación y yo solo me encojo de hombros porque ahí está todo lo que necesita para hacer algo.

—Tiene que ayudarme, no puede hacer como si no hubiera oído todo lo que ha escuchado —suplico.

No parece confiar mucho en las pruebas que le he traído, pero hace a un lado el manual y saca el instinto policial.

—Cuéntame todo lo que sabes —me pide y un alivio momentáneo se cierne sobre mí.

Le muestro todas las notas que ha recibido Aria desde que empezó el instituto, porque la otra vez le hicieron fotos y nos las devolvieron. Le cuento el vacío que le hicieron sus amigas de repente y su única amistad dentro de ese centro que es su amigo Robert Kane. Le cuento que ya vinimos a poner la denuncia por su acoso en diciembre y no supimos nada más sobre el asunto por parte de la policía.

Me hace un millón de preguntas sobre mí y mi relación con ella. De nuevo le cuento todo sin dejarme nada y también hablo sobre la visita que le hizo ella a su padre hace unos meses donde también grabó la conversación.

Apunta todo, y no para de hacerme preguntas y más preguntas, le doy todos los detalles que sé. Después de más de tres horas con él vuelvo a casa a esperar más noticias.

Cuando llego ya es la hora de comer y es Andy ahora el que está con mis hermanas. Ha hecho la comida para ellas y para nosotros.

Pero soy incapaz de comer nada, solo me alimento de regaliz y eso por no tirar por la borda los tres años que llevo sin fumar. La ansiedad me come vivo y no puedo calmarla ni con eso.

Voy a darme una ducha para quitarme todo el peso de este asqueroso día. Al salir me tumbo un rato con mis hermanas hasta que se quedan dormidas. Las pobres no descansan nada porque no pueden dejar de llorar y llamar a Aria para que vuelva con ellas.

—Cuéntame ¿Qué has podido hacer? ¿Qué te ha dicho la policía?

—Poco, tengo que esperar y ya me avisarían si han averiguado algo.

—Ya verás como eso ocurre muy pronto, no te desanimes.

—Ahora mismo tendríamos que estar festejando su cumpleaños —niego con la cabeza—. Tendría que estar aquí conmigo, con nosotros, disfrutando de su fiesta sorpresa abriendo sus regalos, pidiendo su deseo.

—Toma bebe un poco de agua —me ofrece el vaso que bebo de un solo trago y a los segundos siento mi cabeza mareada y los párpados pesados, lo miro y lo último que escucho es un «necesitas descansar» de su parte antes de quedarme dormido en el sofá.

***

Me despierto con el sonido de una llamada a mi teléfono.

Miro el reloj y son las once de la noche, Andy que sigue estando a mi lado y se endereza cuando descuelgo.

Es la policía.

El oficial que está ayudándome me informa brevemente de todo lo que ha pasado esta tarde. Desde que me fui de la comisaría, hasta ahora que acaba de hacer el informe.

No tardo ni diez minutos en presentarme allí.

Entro a la oficina del oficial que está en el caso y su mirada me da esperanzas cuando empieza a contarme todo con mucho más detalle que antes en la llamada.

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