Capítulo 29

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Vuelvo hasta mi casa a recoger la moto

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Vuelvo hasta mi casa a recoger la moto. Después de hablar con Hugo me siento frustrado al no haber obtenido nada que pueda interesarme, espero y esta noche me consiga algo más de información sobre toda esa gente.

Tengo el tiempo justo para llegar hasta el hotel donde me han citado, al estar en los primeros distritos se me va más de media hora de camino.

Me tomo este tiempo para pensar en todo lo que hemos hablado, todavía no sé qué hacer con respecto al tema del exnovio de Aria, pero supongo que cuando tenga la información que necesito sabré como manejarla.

No voy a involucrarme directamente con él, eso podría meterme en muchos problemas y no es que vaya ligero de ellos. Y también porque no pienso arriesgarme a que me separen de ellas.

Le doy varias vueltas a la cabeza a lo otro que no ha dejado de rondar mi mente desde que el maldito niñato lo ha dicho. «Es tu novia, y la quieres» por supuesto que la quiero. Más que a nada en el mundo, pero es algo que todavía no le he confesado, tengo miedo de su reacción. No quiero que lo vea precipitado. O que esas palabras lleguen a asustarla. Apenas llevamos una semana en este rol y no puedo cagarla con ella.

Conduzco entre las calles de la ciudad dejando atrás barrio tras barrio.

Me pregunto cómo sería vivir en uno de estos, donde la pobreza no abunda tanto y la delincuencia no se ve cada día.

Me pregunto cómo sería vivir tranquilo sin más preocupación que el ir a un trabajo normal, que mis hermanas tengan una vida totalmente adecuada a su edad. Un buen colegio, amigas, una casa bonita y el dichoso perro.

Que Aria cumpla su sueño de ir a la universidad. Es una prioridad para mí que lo haga, aunque tenga que esperar algunos años para ello.

Ahora que estoy cerca del distrito 1, se me viene a la cabeza la loca idea que me comento Aria el viernes. He de reconocer que al principio no la tome en serio, de hecho, no creí que me lo estuviera planteando de verdad.

Pero su cara me decía todo lo contrario.

Aparco la moto en el parking del gran hotel donde se hospedan los mafiosos del robo de las naves.

Están en la décima planta.

Sin duda, esta es de menor categoría que la vez pasada, claro que ahora no tenemos que estar más de diez tíos dentro de ella, y supongo que no necesitan tanto espacio para hacer lo que he venido hacer.

Llamo a la puerta y uno de los gorilas que tienen por guardaespaldas me abre. Entro observando todo a mi alrededor y veo a los dos jefes en una mesa redonda. Me invitan a sentarme frente a ellos y lo hago.

—Bienvenido muchacho —habla el más mayor de los dos—. Supongo que ya echabas en falta el dinero que te debíamos.

—Sí, señor —contesto—. No hice esto por amor al arte —bromeo, pero no parece que a ellos les haya hecho mucha gracia el chiste con doble sentido hasta que rompen a reír y uno de ellos se levanta.

Distrito 24Onde histórias criam vida. Descubra agora