Capítulo 50

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Lunes

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Lunes.

No ha empezado el día y ya se siente como el peor que he pasado.

Después de llevar a mis hermanas al colegio, enfadadas porque querían quedarse en casa a esperar a Aria, porque decían que hoy regresaría porque es su cumpleaños, las he convencido para que le hicieran uno de los tantos dibujos que ellas le hacen y a Aria le encantan. Por suerte han aceptado y se han quedado conformes en clase.

He vuelto a ir a la comisaría después de dejar a las niñas para ver cómo iba el caso. Afortunadamente, han avanzado mucho, pero todavía siguen sin saber dónde se encuentra. Dónde demonios se la ha llevado el miserable que la tiene. Han investigado todas las propiedades y todas las amistades y no consiguen mucho, ya que no era un tipo de relacionarse demasiado.

Me explica que están interrogando a todos los estudiantes esta mañana en el instituto por si alguno supiera algo que nos pueda ayudar a encontrarlos, porque no han podido salir del país todavía. Encontraron la compra de dos billetes de avión en el que iban a viajar, el cual aún no ha despegado porque está paralizado por la policía. Investigan un coche que tiene a su nombre, que está en el garaje de la casa en la que vivía, esa donde encontraron al verdadero Robert Kane.

De manera que la policía sabe que alguien le ayuda, pero aún no tienen a ningún sospechoso, ni siquiera Sean, que ha sido el primero en declarar. Y ha mentido más que nunca siendo así descartado por la coartada tan buena que tiene, al igual que sus dos amigas.

Está claro que la policía no va hacerlo hablar como yo.

Marco el número de Hugo y al segundo tono contesta.

—¿Qué pasa hermano? ¿Se sabe algo ya? ¿La han encontrado? —lanza preguntas que no me deja contestar porque sigue hablando.

—Hugo escucha, sé que estás en clase, pero te necesito.

—Dispara.

—Llévate a cinco de los nuestros y vete al Dinastía. No sé cómo, pero arréglatelas para traer al almacén al innombrable y a las otras dos.

—Te llamaré cuando estemos de camino.

Cuelga y ya me estoy empezando a alterar con solo imaginarme a ese hijo de puta tan de cerca. Llevo tanto tiempo esperando este momento, que ahora que voy a tenerlo respirándome en las narices no se si voy a ser capaz de controlarme y no matarlo antes de que me diga dónde está Aria.

Los minutos se consumen dando paso a una hora. La ansiedad se me dispara. No me queda más regaliz que comer y no me tiro más del pelo porque me gusta cuando Aria lo hace por las noches y estoy seguro de que no le gustaría verme calvo.

Odio esperar, el ansia me come vivo y no aguanto más. Bajo al almacén a preparar todo para cuando lleguen.

Cuando voy por las escaleras Hugo me manda un mensaje de que los tiene a los tres y ya los traen de camino.

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