Capítulo 56

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Un año y cuatro meses después...

Veo a Rick cerrar la puerta de nuestra habitación con una sonrisa que incita al pecado. Mi cuerpo reacciona ante esa insinuación tan mojado como siempre.

—¿Estás cansada? —pregunta mientras se desviste.

No aparto la mirada de la suya mientras veo como se queda solo con el bóxer puesto y su gran erección lucha por salir de ellos.

—Ahora siempre estoy cansada —murmuro, él baja la intensidad de la luz dejándola tenue, y cuando hace a un lado las sábanas para meterse en la cama conmigo me encuentra desnuda—. Pero nunca lo estoy para ti.

Sus ojos adquieren un brillo juguetón al tiempo que me lanza una sonrisa traviesa antes de atrapar mi boca con la suya, mis ojos se cierran y me dejo llevar por el beso. Me sienta sobre su cuerpo y tiro de su cabello hacia atrás para besar su cuello mientras me voy acomodando entre sus piernas. Me deslizo despacio hacia abajo lamiendo su pecho suave y fuerte, para luego llegar más abajo donde paso la lengua por sus abdominales y la reacción de su cuerpo es temblar por las cosquillas que eso le produce.

Una sonrisa pícara aparece en mis labios cuando bajo el bóxer liberando su erección y la tomo en mi mano, la envuelvo con suavidad a la vez que voy acariciándola despacio arriba y abajo. Un gruñido ronco escapa de su garganta y su mirada se oscurece cuando la humedad de mi boca lo envuelve, mientras no puedo dejar de verlo fascinada.

Nunca me cansaré de observar todas las expresiones de satisfacción que le producen mis caricias y sea donde sea que lo toque, su piel desprende calor al instante.

Agarra mi culo con sus dos grandes manos y me levanta hasta colocar la punta de su virilidad en mi entrada y me sujeta las caderas mientras comienza a hundirse dentro de mí. Empuja su pelvis hasta el fondo de una sola estocada y yo gimo en respuesta. Estoy tan lubricada que el deslizamiento es tan suave y ligero que la sensación es muy placentera.

—Me vuelve loco oírte gemir —dice mientras el vaivén de sus caderas aumenta el ritmo—. Y me encantas toda tú.

Gira mi rostro para que vea la escena reflejada en el espejo que ocupa toda una pared entera. Tengo las pupilas de los ojos dilatadas, la boca entreabierta y ambos jadeamos con dificultad. Los dos encajados tan perfectamente que es imposible apartar la mirada de esa imagen que proyectamos. Arremete con fuerza haciendo que rebote sobre él sin control, tengo que agarrarme de sus hombros para seguir el ritmo.

Me mira con los ojos tan intensos y tiene esa expresión de adoración cada vez que estoy encima de él, que siento un cosquilleo por todo mi cuerpo que me quita el aliento. Jadeo sin dejar de rebotar sobre su cuerpo cuando se inclina y llega hasta uno de mis pechos, no puedo evitar volver a gemir cuando el calor de su boca roza mi piel sensible y sus dientes estiran de mi pezón para luego chuparlo y calmar el ardor tan excitante que eso ha provocado en mi interior.

Él es algo que no me cansaré nunca de admirar.

Su manos grandes y ásperas acarician toda mi piel con una suavidad aplastante, todo mi cuerpo se estremece ante el tacto a la vez que hundo los dedos en su nuca para atraerlo de vuelta a mis labios que envuelven los suyos y un gruñido ronco sale desde el fondo de su garganta perdiéndose dentro de mi boca.

Envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo y siento como el orgasmo empieza a construirse en mi interior, mis pareces se tensan a su alrededor y sin soltarme aumenta la velocidad de las estocadas provocando que una corriente eléctrica se apodere de todo mi cuerpo, escucho como jadea en mi boca y eso hace que mi sexo palpite por la excitación al escucharlo.

Mi cuerpo arde junto al suyo como el fuego que consume todo a su paso, su mirada se ha oscurecido por la lujuria en la que estamos inmersos.

—Joder ¡sí!

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