Capítulo Tres

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       Dormir luego de llegar a mi apartamento fue horrible. Keith me había dejado en el pequeño edificio de cinco pisos, no le había comentado nada referente a Alexander, él y yo nunca hablábamos de aquello. Me había duchado y metido a la cama, pero apenas logré pegar los ojos, y cuando lo había conseguido, Alexander estuvo en mis pensamientos, como un asesino en serie el cual no me dejaba conciliar el sueño.


       Me aparté los mechones que caían sobre mi rostro al terminar de lavarme los dientes y observar mi reflejo.


       Alexander.


       Dios. Él se veía...no, no podía pensar en aquello.


       Oscuro, salvaje, peligroso. Listo, así se veía la noche anterior. Con vaqueros negros un poco ajustados y camiseta roja, la barba de dos días sin afeitar cubría su masculino rostro, sus ojos verdes oscuros y su boca, una línea perfecta de suave carne.


       —Estúpida— le dije a mi reflejo. No podía estar pensando en aquello. Alexander me había abandonado. Se había marchado. —¡Voy!— grité al escuchar unos toques en la puerta. Era Kristtel, siempre lo hacía, ella siempre venía por su taza de café en la mañana.


       —Buenos días, cariño— fue el saludo de Kristtel cuando abrí la puerta, sonreí y le permití pasar. —¿Tuviste mala noche?— preguntó al observarme.


       —De perros— susurré mientras me acercaba a la cocina. No tomaba café, pero Kristtel lo amaba, su café siempre estaba en mi cocina porque según ella yo era la mejor haciéndolo.


       —Bueno, quita esa cara. Te tengo buena noticias— sonrió. —¡Creo que Josh me pedirá que nos cacemos!— chilló y casi vierto el café que colocaba en la cafetera. —Bueno, es eso o me está pegando el cuerno— suspiró.


       —Seguramente es lo primero— reí. Minutos después le entregaba una humeante taza de café y me servía algo de leche con chocolate.


       —¿Y tú?— preguntó. —¿Qué tan perra fue la noche anterior?— estuve tentada a inventar algo cuando unos toques en la puerta nos interrumpió. Eran las nueve de la mañana, Kristtel era la única que me visitaba tan temprano. —Yo voy— se apresuró a decir.


       La observé alejarse hacia la puerta y abrir sin siquiera asegurarse de quien se encontraba del otro lado. —Oh— el pequeño jadeo llamó mi atención, estiré el cuello y me moví en el taburete para poder ver de quien se trataba.


       —¿Quién es?— apenas la pregunta abandonó mis labios mis ojos se encontraron con una grande figura.


       Alexander.


       ¿Qué hacía Alexander en mi puerta?


       —¿Qué haces aquí?— prácticamente salté del taburete y me arrastré hasta la puerta. Kristtel se echó a un lado para permitirle entrar pero fui más rápida y me planté en el umbral para impedirlo. —¿Qué haces aquí, Alexander?— crucé los brazos bajo mis pechos, buscando seguridad, mas solamente logré que la mirada verde que se encontraba sobre la mía, cayera con demasiado descaro hasta mis pechos, acción que me hizo descruzar los brazos y colocarlos sobre mis pechos.

Falling with you  (F.F.L #2)Where stories live. Discover now