Capítulo Quince

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El viaje a Seattle había sido genial, realmente genial. Me había acurrucado junto a Alexander cuando estuvimos en el avión y allí nos habíamos quedado hasta aterrizar. Despedirme de todos había sido más fácil de lo que había pensado, y estaba segura que era porque me iba con Alexander.

Solamente estaríamos en Seattle semana y media, Alexander tenía una peleas allí y luego volaríamos a los Ángeles y más tarde a Las Vegas. No podía decir que no me encontraba nerviosa, lo estaba. Todo esto era demasiado nuevo, las pocas veces que había salido de Michigan había sido con Amanda, persiguiendo a Skull of Hades, ahora me encontraba junto a mi novio.

—Y aquí estamos— fue el ronco susurro en mi oído luego de que la camioneta se detuviese y bajáramos. Frente a mis ojos se encontraba una casa con estilo francés. Una enorme casa.

—Pensaba que...— mordí mi labio inferior. No pensaba que tuviese una casa, había imaginado que pasaba su tiempo en hoteles, no tenía idea de que tuviese un lugar estable.

—Hace poco la compré.

El alrededor era realmente magnifico, habíamos atravesado un camino de tierra luego de entrar por el elegante portón de metal, algunos árboles y finalmente rodeado una gran fuente de agua para detenernos en la entrada que daba acceso a la vivienda.

—Vamos— me dejé guiar hasta el interior del lugar, solamente para quedarme boquiabierta cuando atravesamos el elegante recibidor.

—¡Esto es impresionante! — exclamé. —Es hermosa— sentí como me rodeaba desde la espalda, presionando sus labios en mi cuello, recorriendo allí su boca, haciendo que mi respiración se volviese pesada.

—Me alegra que te guste. Este será nuestro lugar cuando no estemos en Michigan— susurró sobre mi piel.

—Pensaba que estaríamos en hoteles— giré entre sus brazos para poder observarlo al rostro.

—Mientras estemos en Seattle no será así— sus ojos brillaron, inclinó el rostro y buscó mis labios, besándome.

Alexander me mostró el lugar, era enorme, espacioso y cómodo para alguien como él. Nuestra habitación, la principal, era genial, había observado todo con fascinación y cuando nuestras cosas llegaron a la habitación, aproveché para darme una ducha mientras él atendía una llamada. Mientras el agua caliente mojaba mi cuerpo, mis pensamientos viajaron sobre el hombre que se encontraba del otro lado de la habitación atendiendo una llamada.

Cuatro años atrás Alexander no me había ido a ver al hospital cuando perdí la memoria, no podía dejar de pensar que hubo provocado aquello. No podía dejar de pensar el porqué no lo hizo. Era algo que me estaba rondando la cabeza en los últimos días.

Al salir a la habitación, Alexander no se encontraba. Me coloqué unos vaqueros cortos, camiseta de mangas cortas y bajé las escaleras para buscarlo. Escuchaba la risa de Sabine y el televisor la cual provenía de la cocina, me acerqué y me encontré con Roxanne

—Huele delicioso— Roxanne levantó la mirada para observarme y sonreír.

—Ya sabes, hay que darle de comer a esos hombres— rió ella, extendiendo la mano donde parecía haber pequeños trozos de manzanas.

Tomé un pequeño trozo y me lo llevé a la boca. —¿Dónde están?

—En el estudio— Sabine me observaba con sus pequeños ojos infantiles llenos de curiosidad. —Es bueno tenerte con nosotros— era una mujer agradable. —Conozco cuando se tiene algo especial con una persona, y lo que Alexander tuvo contigo en el pasado, fue y sigue siendo especial. He estado lo suficientemente a su alrededor como para saber que te quiere. Lo conocí antes de que estuvieran juntos y lo conocí estando contigo, nunca lo vi tan feliz. Me atrevo a decir que te ama.

Falling with you  (F.F.L #2)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant