Capítulo Nueve

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El camino hacia mi apartamento había sido en silencio, Alexander parecía perdido en sus pensamientos y yo no me encontraba de diferente manera. Me sentía en una montaña rusa, no podía borrar simplemente los cuatros años de soledad, de sentirme abandonada y sola.

—Hey— me tomó de la cintura cuando empujé la puerta para entrar a mi apartamento.

—No puedo, Alexander— susurré, girando sobre mis talones y levantando el rostro para observarle. —No puedo simplemente olvidar todo, yo... — pero él tomó mi rostro entre sus grandes manos.

—No lo hagas, Alexis— pidió. —No dejaré que lo hagas. Esta vez nos consumiremos, que Dios nos ayude, nena, pero lo haremos. Necesitarás tanto de mi como yo de ti— dijo antes de inclinarse y unir nuestras bocas. Fue suave, lento y pausado, nuestras lenguas bailando con la contraria. —Te tengo— susurró con voz áspera al separarse.

—¿Lo haces, Alexander?— él arqueó una ceja, observándome con confusión. —¿Realmente me tienes?

Él se separó, nos observamos y luego empujé la puerta para entrar. Sentí como me tomaba desde la espalda, cerrando la boca sobre mi cuello mientras sus manos tomaban posesivamente mis pechos sobre la camiseta.

—Esto es mío— susurró apretando mis pechos con suavidad para luego deslizar una mano entre mis piernas y acunar mi sexo. —Este dulce coño también— susurró en mi oído con voz ronca. —Tú, toda tú eres mía, Alexis— me obligó a girar entre sus brazos para observarme, se inclinó y dejó un beso en unas de mis mejillas, la otra y luego mi barbilla. —Te perdí, nos perdimos, pero ahora estamos aquí— aquello para él parecía demasiado fácil, se iba por cuatros años, regresaba y actuaba como si nunca se hubiese marchado.

—Dame espacio. No puedo con esto. Tú no puedes meterte de esta manera en mi vida nuevamente— suspiré, observándolo y viendo como sus ojos se entrecerraban. —Fuiste a mi trabajo, hablaste con mi jefe y le dijiste quien sabe que, ahora estoy desempleada, Alexander— no había olvidado lo de LUX.

—No es jodido trabajo para ti.

—Yo decido eso.

—No dejaré que trabajes con hombres que quieren meterse entre tus piernas. No voy a discutir eso, y tú tampoco lo harás— lo taladré con la mirada, era un tonto, no tenía que tomar esas clases de decisiones por mí.

—Felicidades, genio— felicité con sarcasmo y una burlona sonrisa tiró de las comisuras de sus labios. —Necesito mi trabajo— apoyé las manos sobre su pecho y empujé un poco para separarme y finalmente entrar al apartamento.

—Trabaja para mí— Alexander me siguió. —No tengo un lugar estable cuando estoy en temporadas pero me gusta que mi lugar tenga...

—No estudié diseño de interiores— interrumpí, seguramente ofrecería darme trabajo en ello. Me acerqué a la cocina luego de encender la luz mientras dejaba mi bolso en el desayunador.

—¿Qué sucedió?— preguntó con interés al seguirme.

—Conseguí una beca, pero no tenía mucho tiempo para estudiar. Tomé administración de oficina.

Alexander no dijo nada, tomé un poco de agua y le ofrecí. Me observaba como si viese a través de mí, era justo como en el pasado.

—Ven conmigo— me tomó de la mano y tiró de mí para sentarme sobre su duro muslo. —Quiero que lo pienses. Estaré aquí por algunas semanas, luego iré a Seattle y terminaré en Las Vegas.

Falling with you  (F.F.L #2)Where stories live. Discover now