Capítulo Seis

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El olor dulce a canela me obligó a abrir los ojos finalmente. Llevaba minutos peleando con aquel olor y no deseaba despertar. No quería levantarme y encontrarme con Alexander, por el olor supe que aún estaba allí. Arrastrando mi perezoso trasero salí de la cama, tomé unas bragas y toalla para luego ir al baño y lavarme la boca antes de decidir que necesitaba un rápido medio baño para enfrentar a mi ex novio, no me molesté ni siquiera en intentar arreglar mi cabello un poco, era mi apartamento, podía lucir como deseara. Había un cepillo de dientes sobre el lavado el cual nunca había usado. El dulce olor de canela y frutas golpeó directamente mi estómago cuando me encontré en la sala.

Con miedo, giré el rostro hasta la cocina y allí lo encontré. Grande, musculoso y estaba en mi cocina. Alexander se encontraba con unos apretados pantalones largos de deportes los cuales abrazaban su fuerte trasero y daban una buena vista de lo que se encontraba bajo la tela. La ancha espalda desnuda y tuve que lamerme el labio inferior, era eso o gemir. Sobre el desayunador había unos de mis grandes tazones de cerámicas completamente lleno de frutas mientras había un plato con tostada embarradas de algo que supuse que era mermelada, pequeños trozos de piña, pimientos, melocotón y jamón de pavo. Mi estómago rugió, hambriento, loco por devorar un buen desayuno y no la misma taza de chocolate caliente y croissant como todas las mañanas.

Cuando Alexander se apartó un poco de la estufa para dejar algo sobre el mostrador, observé el pequeño tazón que tenía en manos y dejaba al lado del plato.

—Buenos días— su áspero y bajo tono causo que levantara el rostro y me concentrara en el suyo.

Dulce. Jesús.

Espera. ¿Cómo diablos estaba medio desnudo en mi cocina como si hubiese estado despierto largas horas, duchado y todo aquello?

—¿Cómo es qué?...

—Necesitas comer— lo vi tomar un gran vaso y supuse que era de proteína cuando dio un sorbo.

Dejando detrás mi orgullo, me acerqué, senté en un taburete y sucumbí a los deseos de mi estómago.

Tener a tu ex novio en tu cocina todo caliente, con poca ropa y cocinándote un saludable desayuno tenía que ser mejor que una fantasía erótica para cualquier chica. Ninguna avena con canela tenía que saber cómo esa sabía o un simple pan con mermelada.

—Come más— ordenó Alexander minutos después. Él nuevamente ignoraba de mi problema con la comida pero supuse que no era su culpa, no era algo que supiera. Comía, lo suficientemente como para mantenerme saludable y evitar caer en algún desorden alimenticio.

—No...— negué

—Ellas necesitan estar bien alimentadas— lo miré sin entender y cuando se lamió el labio inferior antes de dar un sorbo de su vaso mientras su mirada estaba clavada sobre mis pechos, deduje a qué se refería.

Él acababa de llamarlas ellas.

—Oh, no. No lo hiciste— protesté, ganándome una intensa mirada.

—Estuve pensando en nombres también— sí, Alexander acaba de perder la cabeza.

—No le pondrás nombres a mis pechos, Alexander— le advertí. Esta conversación estaba demasiado fuera de lugar. No hablabas de nombres de pechos mientras desayunabas y sobre todo, no hablas de nombres de pechos con tu ex novio.

—¿No?— Alexander tomó mi tenedor y con este tomó algo de fruta la cual se llevó a la boca y saboreó, cerró los ojos y sentí una punzada entre mis piernas. —Yo creo que si— cuando abrió los ojos su mirada era oscura y había caído sobre mis pechos por segunda vez en pocos minutos.

Falling with you  (F.F.L #2)Where stories live. Discover now