Capítulo Trece

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Dos días después de estar en Detroit, Kayden había despertado, Alexander peleaba el sábado y el domingo tenía que volar a Seattle. Kayden tendría que quedarse a recuperar en Detroit, tenía prohibido viajar hasta estar completamente recuperado. Había llamado a mi trabajo, reportándome por enfermedad, necesitaba regresar pero no quería dejar solo a Alexander con aquella carga.

Observé a Alexander entrenar. Era el segundo saco de arena el cual golpeaba, había golpeado el otro demasiado. Su cuerpo grande y fuerte se estremecía con cada golpe, su cuello húmedo brillaba por la transpiración y de repente tenía deseos de pasar la lengua por su piel y lamer. Mi entrepierna se estremeció y el sonrojo subió a mi rostro, justo en el momento en el cual Alexander deslizaba la mirada hasta donde me encontraba, sus ojos brillaron con fuego, la sonrisa arrogante tiró de las comisuras de sus labios y sé que fue consciente de mi estado y posibles pensamientos

Lo observé bajarse del ring mientras se quitaba los guantes y deslizaba la capucha hacia atrás para poder verlo mejor y mi aliento se detuvo cuando observo como su lengua se abría paso entre sus labios y acariciaba el inferior, él no debería estar haciendo aquello, no cuando el recuerdo de aquella boca en mi piel y aquella lengua seguía demasiado fresco en mi cabeza. Solamente habían pasado horas de que estuvimos en la cama.

—¿Estás bien?— me preguntó al detenerse frente a mi e inclinarse para quedar a la altura de la banca. Tomó la botella deportiva la cual contenía proteína y observé como se mojaba los labios y garganta, calmando la sed. —Luces...— sus ojos me recorrieron de arriba abajo hasta regresar nuevamente a los míos. —Agitada— susurró con voz áspera y melosa. —¿Pensando en algo que quieras compartir?— sus ojos brillaron y sus labios se estiraron en una diabólica sonrisa.

—No— mentí, sintiendo el color subir a mi rostro y cuello. Dejé las manos sobre sus fuertes hombros mientras él tomaba de su botella.

—Ese hermoso sonrojo me dice otra cosa— se estiró un poco y buscó el hueco de mi cuello con sus labios para dejar pequeños besos. Mi pulso se disparó y mis pezones se endurecieron bajo la fina tela del sujetado.

Besó mi clavícula hasta recorrer todo el camino hacia mi oído, hacia aquel punto sensible que me hacía suspirar.

—¿Entonces no estás recordando cómo me coloqué entre esas bonitas piernas y comí de tu dulce coño hasta que suplicaste misericordia?— susurró con voz ronca, logrando que mi aliento se detuviese con cada palabra susurrada. —Creo que mi pequeña novia ama como chupo su dulce coñito.

—Alex...— él necesitaba dejar de hablar de aquella manera y poner esa boca bajo llave.

—Shhh— me silenció, se separó; sus ojos ardían, calientes y oscurecidos. Tomó de la botella y luego me ofreció y tomé rápidamente, mojando mi garganta con el cremoso sabor de chocolate.

—¿Siempre estás comiendo algo con chocolate?— pregunté curiosa, intentando cambiar el camino de la conversación.

—No me gusta mucho el dulce, pero el chocolate es mi favorito— dijo, mirando mi boca.

—Siempre sabes a chocolate.

—Me gusta cómo te aferras a mí y quieres ser devorada cada vez que te beso— sus palabras fueron divertidas y con ligero tono arrogante. —Tienes un amor al chocolate.

—Cuando tenía problemas de peso fue el único dulce que nunca logré dejar— confesé. Alexander me observó con atención, sus ojos suaves pero calientes sobre los míos eran hermosos.

Falling with you  (F.F.L #2)Kde žijí příběhy. Začni objevovat