Capítulo Doce

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Esta cama se sentía deliciosamente bien y cómoda, no como la mía. Estiré la mano, buscando a Alexander y abrí los ojos cuando no lo encontré. Despertar en la enorme cama de tu novio se sentía demasiado bien. Me senté, llevando las sábanas sobre mis pechos y cuerpo, buscándolo; conociéndolo, seguramente se había levantado a entrenar. Enredándome en la blanca sábanas salí de la cama y me acerqué al cuarto de baño.

Me detuve inmediatamente cuando unos ojos verdes se posaron sobre mi rostro a través del espejo. Duros y fuertes me saludaron. Llevaba unos pantalones de mezclillas deportivos, el torso desnudo y parecía acabar de tomar una ducha. La sonrisa que estiró su boca me hizo sonreír también, se acercó, inclinó el rostro y mordisqueó mi cuello.

—¿Te duele?— una grande mano se deslizó sobre las sábanas, justo sobre mi entrepiernas y acunó. Negué, sonrojada pero feliz de ver la verdadera preocupación en sus ojos verdes. —¿Necesitas usar el baño?— asentí y él sonrió. Besó mi frente y volvió a mi cuello para dejar suaves besos. —Planeo estar todo el día en la cama, no tardes— estuve por protestar pero lo único que recibí fue una nalgada y una pícara sonrisa antes de observarlo salir del cuarto de baño.

Suspiré, me acerqué al lavado y tomé un cepillo de dientes el cual todavía se encontraba sellado, él seguramente lo había sacado para mí. La sonrisa boba no abandonó mi rostro mientras me lavaba la boca o me duchaba. El agua caliente se sintió exageradamente bien sobre mi piel sensible, era como pequeñas y delicadas caricias.

Al regresar a la habitación me encontré con mi ropa y lencería, todo estaba ligeramente caliente como si acabaran de sacarla de alguna secadora, pero no me coloqué mi vestido. Deslicé las bragas por mis piernas, colocándomelas y luego busqué una grande camiseta de Alexander la cual me coloqué

Al bajar las escaleras me acerqué al comedor, observé a Rowan en la mesa y a Alexander en la cocina.

Alexander miró sobre sus hombros, encontrándose con mis ojos sobre su cuerpo, verlo en la cocina era algo para admirar. Me deslicé hasta su lado y me rodeó con los brazos al dejar su vaso de proteínas en la isla.

—¿Cómo estás?— preguntó, inclinándose y besándome.

—Bien— susurré sobre sus labios. Sabía a chocolate, fuerte y rico.

—Buenos días, pequeña Lexi— interrumpió Rowan nuestro saludo.

—Hola— lo saludé tras separarme de Alexander.

—Hoy te vez exageradamente radiante— sonrió con malicia, haciendo que mi rostro se calentara.

—Cállate— pidió Alexander, dejando un beso en la parte de atrás de mí cuello. Ahora me sentía demasiado avergonzada tras salir de la habitación únicamente con la camisa de mi novio y bragas.

—Ya regreso— me alejé de Alexander y corrí para el segundo piso. Me coloqué mi vestido y segundos después regresé a la cocina.

Rowan explotó en una carcajada al verme y la mirada de Alexander se oscureció cuando me recorrió pero sonrió complacido. Un plato con tostada, tocino y pimientos fue dejado frente a mí, tomé un taburete y me senté. Rowan parecía usar la mesa con papeles esparcidos por esta. Alexander me observó comer mientras tomaba de su vaso, le ofrecí un poco de tocino y dedicándome una pervertida mirada, comió del tenedor.

—¿Y qué hacen?— pregunté mirando a Rowan.

Rowan me miró y luego a Alexander.

—Bienes raíces.

Falling with you  (F.F.L #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora