Capítulo Diez

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—¿Te acostaste con Rowan?— la pregunta de unas de mis compañeras me hizo levantar el rostro sorpresivamente hasta observarla. Fruncí el entrecejo ante la pregunta.

—¿De dónde sacas eso?— pregunté mientras terminaba de limpiar el mostrador.

—Bueno, la otra vez estabas con él. Parecían muy íntimos ustedes dos.

—¿Te acostaste con ese delicioso bombón?— otra de mis compañeras se acercó.

—No me acosté con él. Nos conocemos desde la escuela, teníamos mucho tiempo sin vernos y nos estábamos saludando.

—¿Perdiste esa clase de oportunidad? Carajo, chica. Yo no me conformaría con solamente haberlo conocido. Es Rowan Matthew Kennedy, el cincuenta por ciento de las fanáticas de SOH se lo quieren follar o para tener algo con él, o para llegar al buenote de su padre.

—Entonces me alegro de no ser de esas fanáticas— reí.

—¿Entonces eres del otro cincuenta por ciento que se quiere follar a Rex?— preguntó con malicia otra compañera.

—No soy fanática de SOH, así que ni Rowan o Alexander están en mi lista de chicos con los cuales quisiera estar— mentí. En los últimos cuatros días Alexander se había convertido nuevamente en el único chico con el cual deseaba estar.

Mientras mis amigas chismoseaban acerca de Rowan y Alexander, me dediqué a barrer un poco tras el mostrador.

«Patea el presumido trasero de Alexander Jodido Finlay, Lexi y luego bésalo y toma lo que es tuyo»

Alexander. Lo había visto, él había intentado nuevamente llevarme a su hotel y se negaba a dejarme dormir en mi mueble, pero me había negado, necesitaba pensar. Odiaba querer a Alexander en mi vida tan rápido nuevamente, él solamente aparecía, me sonreía y ya me convertía en un charco a sus pies.

—Alexis— una de mis compañeras tiró de la manga del polo de mi uniforme, llamando mi atención.

—¿Qué?— pregunté confundida, mirándola. Ella desvío la mirada hasta detrás del mostrador, la seguí y me encontré con unos penetrantes ojos verdes que me observaban. Mi pulso se aceleró y una estúpida sonrisa peleó por bailar en mis labios, pero pude controlarla.

—Él desea que seas tú quien le atienda— susurró con voz baja. Claro, el cliente siempre tenía la razón, era nuestro lema. Lo que el cliente deseaba se le daba.

Limpié mis manos en el delantal y con los ojos sobre Alexander, me acerqué detrás del mostrador.

—No comes helados y no comes donas. No forman parte de tu dieta— fue lo que le dije al detenerme detrás de la caja registradora. Observé como una sonrisa ladina levantaba una de las esquinas de su boca, y sus ojos brillaron.

—Recuerdo una vez comer un delicioso helado en compañía de mi novia en mi apartamento— susurró con malicia. Solté pesadamente la respiración, obligándome a tragar ante el recuerdo cuando este golpeó entre mis pensamientos.

—¿Qué deseas?— era mejor no seguir su juego.

—¿Realmente?— me observó con los ojos entrecerrados, su mirada cayó sobre mi boca y automáticamente me lamí el labio inferior. —Ahora mismo deseo esa dulce boca— soltó pausadamente, ocasionando que mi pulso se acelerara.

—Estoy trabajando— él no podía estar diciendo esas cosas mientras me encontraba en hora de trabajo.

—Entonces me conformaré con un latte de chocolate— solamente pude asentir, pero no me moví. Sus ojos eran hipnóticos, deseaba acercarme más y poder observarlo mejor.

Falling with you  (F.F.L #2)Where stories live. Discover now