Capítulo Cuatro

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Dos días después me encontraba tras la barra en LUX, no podía tomar demasiado descanso, era dinero que no llegaba a mi cuenta bancaria y no ayudaba en nada si quería comprarme un auto.

—Dame algo, pequeña puta— una ronca y desagradable voz me obligó a levantar la mirada y posarla sobre el sujeto que se había acercado. Un domingo en la noche y apenas a una hora de cerrar, LUX se encontraba con grande clientela.

—¿Qué deseas?— pregunté, intentando controlar el enojo que empezó a arder en mi bajo vientre solamente al escucharle. Era con las clases de borracho que nadie quería lidiar.

—¿Tu apretado coño está en el menú?— su mirada cayó sobre mis pechos mientras se relamía los labios. A diferencia de algunas otras chicas, usaba una talla más grande en camiseta, no deseaba que mis pechos se marcaran bajo esta, era desagradable.

—No, no está, y sino pedirás nada, te tendrás que ir— espeté con asco.

Los ojos del hombre brillaron con malicia. —Serás mejor que me trates bien, puedo conseguir que Seth eche tu culo de este lugar— sonrió, mostrando sus amarillos dientes. —¿Por qué no mejor vamos a un privado y llevas mi polla a esa bonita boca y luego entre medio de esas tetas—apreté la botella que sostenía sorbe la barra hasta que mis nudillos emblanquecieron, si seguía hablando le echaría toda la botella en el rostro.

—Si buscas alguna zorra, este no es tu lugar— intenté controlar el enojo que se había encendido en mi interior.

—Sé muy bien lo que es esto. Ahora, sé una buena chica y sal de detrás de esa barra, prometo atender esas tetas y coño como merecen.

—Y yo jodidamente prometo que tienes dos segundos para alejar tu culo de mi presencia sino quieres terminar hecho mierda.

Alexander.

Había estado tan tentada en dejar salir el asco que se acumulaba en mis entrañas con cada desagradable palabra de aquel sujeto que no había notado en que momento Alexander se había acercado.

—¡Jodida mierda!— el hombre observó a Alexander, de repente parecía excitado y como quien acabase de descubrir algún tesoro escondido. —¡Rex!— su voz ahora era emocionada, como si se encontrara frente a alguien el cual admiraba.

—No lo repetiré nuevamente— pude ver la frialdad en el rostro de Alexander. —Aléjate. Ahora— gruñó entre dientes.

—Sí, hombre. No sabía que era tu puta— el hombre parecía ignorar el rostro oscuro y los salvajes ojos de Alexander. —Puta con suerte...— de repente observé con horror como Alexander tomaba al sujeto de la solapa de la camiseta, lo levantaba y lo acercaba peligrosamente a su rostro, hablándole entre dientes. El sujeto palideció y cuando Alexander lo volvió a dejar en su lugar salió prácticamente corriendo.

—¿Es esta ahora tu vida, Alexis?— la dureza y frialdad en sus palabras fueron como pequeñas dagas que se clavaron en mi pecho.

—No es...— Alexander se inclinó sobre la barra y tuve una perfecta vista de su duro y ensombrecido rostro.

—¿No es lo que imagino?— me cortó. —¿No estaba ese hijo de puta ofreciendo follarte?— preguntó con demasiada dureza.

—Puedes pensar lo que desees, Alexander— no me gustaba su mirada, parecía reclamarme, reclamarme por algo que no tenía ninguna clase de derecho.

Falling with you  (F.F.L #2)Where stories live. Discover now