CAPÍTULO 18

1.1K 39 0
                                    

Hace algún tiempo, no recuerdo cuanto exactamente, dejé la casa de los Styles.
He tenido una extraña sensación de vacío, y por momentos, creo que lo extraño. Extraño a el señor Styles.
Aunque cuando vivía en su casa pasaba muchos días sin verlo, pero aún así sabía que estaba allí, muy cerca y debajo del mismo techo; e incluso podía soñar con tener la suerte de verlo alguna vez.
Intento alejarlo de mis pensamientos mientras permanezco estirada en la cama de mi habitación en casa de mi madre. No soportaba la soledad de mi apartamento, cosa que en su momento, llegó a sorprenderme e incluso, preocuparme; pues siempre pensé que no me importaba estar sola, e incluso me gustaba. Pero ahora no sé que pensar al respecto, ni que hacer con esta horrible sensación de opresión en el pecho y hace que me sienta rota de maneras que no puedo alcanzar a comprender. Simplemente me siento fuera de todo, totalmente vacía.

--- ¿Hoy tampoco bajarás a cenar? --- Cuestiona mi madre mirándome preocupada desde la puerta. Al oírla, aparto mi vista, que permanecía fija en la ventana de mi cuarto desde hacia horas, y meneo la cabeza en señal de negativa.
No tengo ganas de levantarme de la cama, ni de salir de mi habitación.

--- Cariño, --- Susurra mi madre mientras entra a la habitación dirigiéndose hacia mi --- La última semana has estado aquí sin levantarte de esa cama, y prácticamente sin comer nada.

--- No tengo hambre --- Murmuro en respuesta a su reproche. Y es cierto, últimamente mi apetito ha desaparecido casi por completo debido a las náuseas.

--- Pero no puedes ser tan egoísta --- Susurra mi madre --- Estás pensando solamente en ti, y ahora tienes un bebé que depende de ti.

Esas simples palabras, logran un efecto devastador en mi.
Mi hijo.
Debería intentar ser un poco más fuerte por el, en vez de seguir aquí hundiéndome en mi propia miseria y pensando en lo que perdí en vez de pensar en que ahora tengo un motivo para seguir adelante.
Decido aceptar la comida de mamá aunque no tenga ni la más mínima pizca de apetito.
Una vez pruebo un poco, las nauseas vuelven y prácticamente debo correr al baño (Como sucede cada vez que pruebo bocado).Las nauseas vuelven y corro al baño una vez más. Esto es horrible.

Al anochecer, me despierto sobresaltada en medio de la oscuridad después de haber caído en un apacible sueño. El motivo, un punzante dolor en el abdomen, un dolor opresivo e intenso que cada vez parece hacerse mas fuerte. Mi pulso se acelera ante el miedo que hace que me sienta impotente.
Mi bebé ...
Intento levantarme para pedir ayuda, pero el dolor me lo impide.
Mi respiración se vuelve dificultosa y por momentos siento que dejo de hacerlo. No recuerdo haber sentido nunca nada semejante.
Logro deslizarme de mi cama y prácticamente arrastrarme hacia la puerta. Tomo una gran bocanada de aire poniendo todo mi esfuerzo en gritar lo suficientemente fuerte por ayuda. Un silencio ensordecedor se forma después de mi exclamación, y entro en pánico cuanto logro ver por la tenue luz, la parte inferior de mi bata de dormir, totalmente empapada de sangre. Sobreponiéndome una vez mas al dolor, grito nuevamente, esta vez mas fuerte, por lo que mi madre tarda unos segundos eternos en llegar. Cuando lo hace, me hace demasiadas preguntas. No es una ventaja que ella entre en pánico con tanta facilidad y por lo tanto, se queda paralizada hasta que llega Charlie. Su capacidad de mantener la calma y serenidad en cualquier situación, es muy útil en este momento. El llama un taxi y este tarda un par de minutos en llegar, mientras me esfuerzo por respirar ...

Pronto estamos en camino al hospital en medio de unas leves gotas de llovizna. La oscuridad me absorbe, y el resto de mis recuerdos son borrosos. No se cuanto tiempo pasa, pero despierto en una habitación poco iluminada con paredes blancas y cortinas grises. El dolor ha desaparecido casi por completo, y después de recordar lo ocurrido, supongo que me encuentro en el hospital. Antes de que entre en pánico pensando lo peor, entran a la habitación un hombre alto con bata, y una enfermera detrás de él. Me tranquiliza al decirme que mi hijo está bien. Me siento mejor, pero a la vez culpable; pues el medico dijo que debía tener cuidado, ya que todos mis estados de ánimo afectan a el bebé. Debía cuidarme de no caer nuevamente en una depresión como la de los últimos días y alimentarme mejor.
Debí ser más cuidadosa al respecto. Debí pensar mas en el, en vez de en mi y no haberme dejado consumir por la tristeza.

CONTRATO MATRIMONIAL• |H.S| (Editando)Where stories live. Discover now