Capítulo 9.

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Toda clase de pensamientos llegaron de golpe a la cabeza de Sung Kyu mientras continuaba atrapado entre los brazos de Woo Hyun. Y los recuerdos. Los gruñidos... Porque se parecían mucho a aquellos que escuchaba mientras dormía. Como una especie de recordatorio, como si... como si... Como si acaso él ya hubiese vivido todo eso.

Sung Kyu intentó mirar por encima del hombro del otro, pero en respuesta Woo Hyun lo empujó con fuerza, impidiéndoselo.

—¿Qué?

—Lo siento, Sung Kyu —susurró y el gruñido se hizo aún más fuerte —pero es mejor que no veas esto.

—¿Que no vea qué?

Pero esas fueron las últimas palabras que salieron de los labios de Kim antes de que el puño de Woo Hyun volviese a llevarle a la inconsciencia. Se le estaba haciendo costumbre. Pensó de forma incoherente, con la firme idea de... de...

—Vamos, Sung Kyu. Levántate o llegaremos tarde.

Se coló a sus sueños la estruendosa voz de Jang Dong Woo, su compañero de habitación y Sung Kyu abrió los ojos, incorporándose de golpe. Estaba en su cama, con el pijama puesto y una ligera capa de sudor en la frente. Como si acaso hubiese tenido un mal sueño... Como si acaso la noche pasada...

La Danza de las Hadas.

No. Aquello no había sido un sueño. Estaba seguro. Su estado mental no estaba en condiciones de empujarle a ese tipo de sueños tan creativos. El Sung Kyu actual sería completamente incapaz de imaginar ese tipo de escenarios, sobre todo teniendo a Nam Woo Hyun como protagonista.

Y pensar en ello fue lo que le hizo apartar las sábanas de golpe, ante la atenta e inquisidora mirada de Dong Woo. El chico era bastante entrometido.

—Adelantate. Ya te alcanzo.

—¿Estás seguro? Puedo esperarte.

—Lo estoy.

—Pero...

—¡Vete ahora!

Dong Woo se paralizó unos segundos, hizo una ligera reverencia a la vez que asentía y se marchó, tomando su mochila.

Sung Kyu tomó aire con fuerza antes de levantarse de la cama y buscar su ropa, preguntándose quién le habría llevado hasta el sitio y quién le habría desvestido. Recordaba no haberse puesto la ropa para dormir, porque tenía una reunión con Woo Hyun. No había sido un sueño, no lo había sido. Lo iba a repetir hasta el cansancio. No lo había sido. No... Y fue entonces, mientras se ponía en pie que su cabeza comenzó a dar vueltas, mareándole.

¿Por qué el lobo siempre tiene que ser el malo?

Ese recuerdo se instaló en su cabeza de golpe, haciéndole caer de rodillas mientras que el dolor se instalaba en sus sienes. Ardía. Sung Kyu cerró los ojos y hundió el rostro en el frío suelo de concreto, ahogando un sollozo. Porque sabía de quién era esa voz. Nam Woo Hyun, quién de repente había decidido aparecer en sus recuerdos.

¿Lobo? ¿Qué tenían que ver los lobos con...? Y el recuerdo de la noche anterior le hizo soltar un gemido.

Lobos.

Pero... ¿Qué tenían que ver los lobos? ¿Había lobos en el bosque? ¿Era eso? Pero algo le decía que no. Había algo más en todo ese asunto.

Los minutos pasaron, pero Sung Kyu no se movió y el dolor no disminuyó. De alguna forma recordar le hacía daño. Era casi como si... como si hubiese algo dentro de él que le impedía hacerlo. Como alguna especie de escudo, algo que le decía que recordar sería peligroso. Que la ignorancia era la felicidad. Que su propia paz dependía de ella, pero Sung Kyu se veía capaz de renunciar a esto si con ello lograba recordar algo. Si lograba saber quién era él. Aún si Woo Hyun había dicho que no importaba.

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