Capítulo 46.

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—¿Sung Kyu?
El aludido volvió el rostro al joven licántropo. Myung Soo le miraba con los ojos muy abiertos, unos centímetros alejado de él. Todo mientras Woo Hyun y Mi Joo se hacían cargo de los estudiantes. Mientras que Hoya y Dong Woo se habían encargado de recoger los cadáveres y limpiar la Academia. La mayoría de los caídos habían sido los profesores. Sin duda Hee Chul no quería gente vieja en su Gremio.
Sung Jong era atendido por Tae Min en la enfermería, mientras Sung Yeol donaba su sangre. Al final el cazador no había permitido que nadie más lo hiciera.
—¿Qué pasa, Myung Soo?
—Yo... ¿Has contactado a tu Gremio?
—Sí, pero tardaran en llegar. Los fijos en Corea fueron asesinados por Hee Chul y sus amigos.
—Vale —Sung Kyu vio el malestar en el rostro pálido del otro—. Además quiero hablarte de otra cosa.
—Sung Jong se pondrá bien.
Myung Soo enrojeció.
—Lo sé, pero... ¿qué pasará con los vampiros? Ellos siguen vivos adentro.
Sung Kyu ya había considerado todas sus posibilidades. El número limitado de cazadores y los tres o cuatro licántropos que podrían ayudarle. Pero no le parecían suficientes. Dado el número de víctimas... la cantidad de vampiros debía ser realmente grande. No terminarían con todos antes del anochecer. Y de hecho había mandado a Min Ho y a Ji Soo a revisar la situación.
—Los mataremos. Para eso estamos aquí.
—¿Y Jong Hyun? ¿Lo dejarás ir?
Ese era otro asunto. Sabía que Jong Hyun les había sido en cierta forma de ayuda, había salvado a Ji Soo y a Mi Joo, pero eso no significaba que pudieran olvidar sus crímenes.
—Tendrá que responder por sus acciones.
—Sabes que no lo hará.
Kim lo sabía. Y eso... porqué cuando finalmente se enfrentase a Jong Hyun... era probable que ninguno de los dos quedara en pie al final. Y por eso Sung Jong era de vital importancia. Aún si sus planes no habían salido de todo como él los había planeado aquel lejano día, había una parte que sí se llevaría a cabo... Su Segundo, su hermano, sería quien ostentaría el titulo del Maestro del Gremio. Y sería él quien los guiaría a una nueva era, justo después de que Sung Kyu muriera.
Y Woo Hyun...
Pero esa era una parte de la historia que nunca le había contado a Woo Hyun.
—Lo sé.
—Supongo que tendremos que confiar en ti.
Comentó Myung Soo.
—No lo hagas si no quieres.
—Si quiero. Creo que... —L se encogió de hombros, mirando hacia la puerta del aula dónde atendían a Sung Jong—. ¿Crees que me ame?
—Lo hace.
—Ya.
Myung Soo se dio la vuelta, con la intención de marcharse, pero se detuvo a la mitad, volviendo el rostro.
—Voy a renunciar a él. Le va mejor un cazador. Sung Yeol podrá protegerlo mucho mejor que yo.
Sung Kyu no supo que decir, así que lo dejo irse, seguramente a ayudar a los demás. Pero sintió mucha pena por él.
El Maestro fue por el lado contrario, hacia el ala donde Woo Hyun hablaba con los chicos mayores. Algunos estaban asustados, otros furiosos. Era de esperarse, no sabían donde estaba Woo Hyun durante el ataque. No sabían que hacer. No había nadie en el sitio para protegerlos. Y al fin y al cabo ellos seguían siendo niños.
Sung Kyu se permitió observarlo en silencio unos minutos. Sus dorados cabellos, su nariz afilada, sus labios carnosos. ¿Había notado toda esa belleza en el pasado, cuando Nam no era más que su perro amaestrado?
No. No lo había hecho. Por eso jamás considero a Woo Hyun para nada.
Y ahora...
¿Le haría un favor o lo perjudicaría?
¿Que era mejor, el conocimiento o la ignorancia?
¿Con cual sufriría menos Woo Hyun?
El rubio sintió su presencia y volvió el rostro, esbozando una cálida sonrisa, mientras se dirigía hacia él.
—¿Cómo está Sung Jong?
—Mejorará. Es fuerte. Es un Kim —el otro asintió—. ¿Y ellos?
—Han sido muchas cosas, pero saldremos adelante. Siempre lo hacemos.
Sung Kyu sonrió, tomando la mano de su novio.
Sí. Ellos eran una familia. Ellos saldrían adelante.
Y él...
Pero la Academia Dissander necesitaba a Woo Hyun.
Sung Kyu lo entendía.
—¿Has comido ya, Kyu?—. Se interesó Nam—. Kei está en las cocinas preparando algo de comer. Los chicos llevan horas sin probar bocado.
—Aún no. ¿Y tú?
—¿Vamos?
Pero no alcanzaron a dar un paso cuando un muchacho de unos quince años los interceptó.
—Maestro del Gremio.
Sung Kyu frunció el entrecejo.
—¿Sí?
—Escuchamos que esos bastardos siguen vivos.
—Sí. Están encerrados en el comedor, pero no se preoc...
—Queremos hacernos cargo.
Y un grupo de chicos lo rodearon, respaldando sus palabras.
—¿Qué?
—Respetamos al Gremio, pero este es nuestro hogar. Mancillaron la Academia.
—Los haremos pagar.
Añadió un chico bajito detrás de él.
Sung Kyu miró a Woo Hyun, quien se encogió de hombros. Le daba luz verde para escoger lo mejor.
—¿Qué quieren hacer exactamente?
—Ésta noche hay luna llena —explicó el vocero del grupo—. Vamos a demostrarles lo que ocurre en la Academia Dissander. Y lo que ocurre con los que se meten con ella.
—¿Y los menores?
—Estarán a salvo en las mazmorras.
Sung Kyu suspiró. No se esperaba eso para nada.
—No tengo derecho a oponerme. Ésta es su escuela. Y si Woo Hyun lo aprueba...
—El director Nam ha dicho que sí.
Y los chicos se marcharon, seguro que para correr la voz. Más de uno querría vengarse.
—¿Director Nam?
Se interesó Kyu con una sonrisa.
—No les hagas caso —pero el prefecto se había ruborizado—. De todas formas cerraremos la Academia a cal y canto para que nadie escape. Será también un buen ejercicio para su autocontrol.
—Sí —echaron a andar, pero Sung Kyu volvió a pensar en sus planes—. Ya que ustedes estarán ocupados aquí, mis chicos y yo iremos por Jong Hyun.
—Sung...
—Tenemos que hacerlo. Él sigue siendo un peligro.
Woo Hyun soltó un suspiro, mientras se detenía y lo rodeaba con sus brazos.
—Me preocupa que algo te pase.
—No me pasará nada. Estaré con mis cazadores.
—Aún así...
—Te amo, Woo Hyun.
—Te amo también.
Y Sung Kyu desistió. No podía contarle a Woo Hyun aquello. No podía invitarlo a sus planes. Woo Hyun era necesario en la Academia Dissander.
Y el joven cazador comprendió que no podría cumplir su promesa de estar juntos para siempre. Porque eso... equivaldría a arrastrar a Nam Woo Hyun a la perdición.
—Ho Won y Min Ho se hacen cargo de todo —susurró Kim, rozando los labios de su pareja—. ¿Podemos pasar de la comida?
Y era que esa sería, seguramente, la última vez que podrían estar juntos.

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