Capítulo 37.

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Los planes han cambiado. Te necesito en la enfermería.
Esas habían sido las palabras del Titiritero unos minutos atrás, cuando Yun Min se hallaba en las mazmorras, detrás de una de esas apestosas celdas. Sabía muy bien lo que pasaría con ella. Lo que el Gremio le haría. Ni siquiera esperarían a tener pruebas suficientes. La acusarían y la condenarían. Ese niño idiota que jugaba a ser líder... y el vampiro. No era como si Yun Min hubiese deseado terminar así, pero cuando aquel miembro del Gremio la contacto no pudo negarse. Y ese tipo estaba muerto ahora. Jong Hyun lo había matado.
Jong Hyun.
¿Qué podía decir de su único hijo?
Si vuelves a ponerle una mano encima, te mataré vieja pútrida.
Jong Hyun era un niño y Ji Soo aun más pequeña. Pero Yun Min nunca volvió a tocarla después de eso. A esa asquerosa cazadora. Nunca entendió esa relación de hermanos, ese amor puro e incondicional que se dedicaban el uno al otro. Pero lo odiaba.
Tanto como odiaba a Seo Ji Soo.
La enfermera de la Academia Dissander sonrió, mientras Tae Min y Ki Bum seguían sus instrucciones para intentar salvar la vida de Kim Hee Chul.
¿Como iré si estoy encerrada?
Había cuestionado.
Haré que te lleven.
Sonaba fácil, pero Yun Min dudaba que fuese así. Hasta que Myung Soo fue a buscarle.
Yo estaré en el sitio también, pero no podré hacerlo. Recuerda que el otro idiota fallo.
Pero Yun Min no sabía a lo que se refería.
Se suicido. Mejor, no necesitaré idiotas en mi Gremio. Aleksi vendrá por la noche. Tienes que dejarlo entrar.
Esas habían sido sus palabras.
¿Y los prefectos? ¿Y el Maestro?
Ese improvisado plan parecía tener sus fallas.
Deja que yo me encargue de ellos. Tú sólo obedece.
Y eso estaba haciendo. Yun Min observó el vendaje apretado de Hee Chul y sonrió, girando para ver a Sung Jong con los ojos cerrados. ¿El Segundo? Probablemente. Un Segundo que al final no serviría para nada.
En la cama junto a él se hallaba Sung Yeol.
Le he dado algo. Dura sólo unos minutos, pero será suficiente.
Era una lástima que no fuese algo mortal, pero daba igual. Para cuando los cazadores despertaran ya sería tarde.
Tae Min hablaba en voz baja con uno de los chicos con varicela, pero la mirada de Hoya estaba sobre ella, expectante. El chiquillo no se había separado de Dong Woo en todo ese lapso. Era probable que se sintiera identificado. ¿No había sido la transformación de todos igual? Un ataque. Una mordida.
Excepto Jong Hyun, por supuesto.
Creo que Jong Hyun podría ganarle a Aleksi Sokolov.
Sí. Ella lo sabía.
Y creo que Sung Kyu podría ganarle a Jong Hyun.
Se volvió hacia Hee Chul de nuevo, junto a la ventana.
Déjalos entrar. A todos.
Sí. Eso era justo lo que haría. Los dejaría entrar a todos. Apenas cayera el crepúsculo. Y ni Sung Kyu ni Woo Hyun podrían impedirlo.
Yun Min rozó la venda con la yema de los dedos. Se recuperaría.
Kim Hee Chul viviría y sería el nuevo Maestro. Los tiempos iban a cambiar. No serían reprimidos durante más tiempo. Su propio Maestro. Su Titiritero.

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