Capítulo 48.

1K 210 31
                                    

Estaba vivo.
Había pensado que no lo lograría. Que al final no podría cumplir con su parte del trato. Que no sería capaz de llevar a termino el plan de Sung Kyu.
Porque él...
Sung Jong observó el vendaje en su muslo. La hemorragia contenida y su vida a salvo. De forma casi milagrosa.
—Tengo que vivir.
Susurró, apartándose un mechón de la frente, pensando de nuevo en su hermano. Quería ir con él. Quería decirle tantas cosas, porque el menor de los Kim sabía lo que iba a ocurrir. Lo que el anterior Sung Kyu siempre supo que ocurriría.
Eres lo único que tengo Sung Jong. Sólo por ti aceptaré este destino.
Pero ya no era así, ¿cierto? Porque Sung Kyu tenía a Woo Hyun ahora. Ya no tenía porque conformarse con eso... Sung Kyu ya no tenía porque morir y sí mucho por vivir.
Tenía que verlo.
Sung Jong se incorporó, buscando sus zapatos, pero antes de lograrlo la puerta del aula se abrió. Sung Jong creyó que se trataría de Sung Yeol, quién no se había separado de su lado sino hasta que Ji Soo le había insistido en ir a comer algo.
Salvo que no se trataba de él. Y le bastó mirar ese apuesto y perfecto rostro para olvidarse de Sung Kyu y la falla de su plan.
—Myung Soo.
El joven prefecto esbozó una media sonrisa.
—¿Puedo pasar?
—Claro. Adelante.
Sung Jong volvió a acomodarse en la camilla dónde Tae Min le había atendido y hecho además la transfusión de sangre.
—Me alegra mucho ver que estás bien.
—Estoy listo para la siguiente ronda.
—Siguiente ronda...
—Sí. Soy un Cazador, ¿recuerdas? Estoy entrenado para este tipo de cosas.
—Lo recuerdo —y Myung Soo acortó la distancia entre ambos, rozando su nariz con la de Jong—. ¿Y tú recuerdas que te amo?
—Claro que lo hago.
Sung Jong le echó los brazos al cuello y lo besó.
Las cosas con L se habían dado sin que la voluntad de ninguno interviniera mucho. Simplemente ellos... se habían sentido atraídos como un par de imanes. Myung Soo había luchado inicialmente, para dejarse arrastrar finalmente. Y Jong siempre supo que caerían juntos.
—¿Quieres que...?
—Estás lastimado —susurró Myung, cortando las intenciones amorosas de su pareja—. Además Sung Yeol podría venir.
—¿Y qué?
Pero Myung Soo negó con la cabeza, apartando a Jong con cuidado, pero dejando a uno de sus dedos recorrer el rostro del menor. Era lo más hermoso que había visto. Lo más bello y lo más dulce. Las noches a su lado habían sido las mejores, pero el hombre lobo era consciente de su realidad.
Un Cazador y un licántropo... Jamás los dejarían estar juntos.
Y Sung Jong tenía mucho por hacer. Él no iba a condenarle a su lado.
Su amor era lo suficientemente grande como para renunciar a él.
—Te amo, Jjongie.
—Lo sé.
—Nunca lo olvides, por favor.
Pero esas palabras lo pusieron en guardia. Porque eran como las palabras de despedida de Sung Kyu antes del accidente que le había costado la memoria.
El mismo tono... Eran como las palabras que uno le dice a la persona que ama en el aeropuerto, sabiendo que ya nunca más le volverá a ver.
—Tú... sabes que también te amo, ¿verdad?
Inquirió Sung Jong y se aferró de su brazo con fuerza, casi con desesperación.
—Sí.
El prefecto guardó silencio, sin dejar de mirarlo. Y Jong notó la lejanía. La frialdad inicial. El adiós.
¿Ese era el final de los dos?
—¿Estás terminando conmigo?—. L no respondió, pero la respuesta era evidente en su mirada vacía—. ¿Es por Sung Yeol?
—Sí.
—No lo hagas. Te amo, Myung Soo. Te amo.
Y Sung Jong intentó besarlo, pero Soo se lo impidió, apartándose y retrocediendo un paso.
—Es lo mejor. Escógelo a él.
Y el hombre lobo se giró, con la intención de marcharse. Con el corazón hecho pedazos.
—Te escojo a ti —gruñó Sung Jong, intentando ir detrás de él—. ¿No te das cuenta? Eres tú... siempre has sido tú...
Myung Soo supo que no lo soportaría más, que su voluntad volvería a flaquear ante Jongie. Ante su amor. Ante sus recuerdos y ante aquella felicidad que estaba dejando escapar por el bien del menor.
—Pero yo no, Sung Jong —replicó con frialdad, sin mirarlo—. Yo no te escojo a ti.
Y se marchó, sin mirar atrás. Sin dudar ni vacilar. Dijo adiós sin importar lo mucho que amaba al chico herido.
Sung Jong resbaló entonces, cayendo pesadamente sobre su costado derecho, pero sin intentar levantarse.
Myung Soo... Myung Soo...
Siempre supo que esa relación no iría a ningún lado, pero... Pero lo amaba. A él. Sólo a él.
—Yo te escogí a ti por encima de Yeol y de mi propio hermano.
Susurró el joven Kim, mirando hacia la nada.
Y esperando.
Pero Myung Soo no volvió.
—¿Jongie?—. Y sintió los brazos de Sung Yeol en torno a él, levantándole con ternura—. ¿Cómo llegaste ahí? Sigues delicado. Es peligroso que intentes caminar tú solo.
Sung Jong sabía que le debía la vida a Yeol. Y Myung... y Sung Kyu...
Y otra cosa llegó a su cabeza. Algo más grave. Mucho más.
—Yeollie —Sung Jong lo sujetó del brazo—. ¿En dónde está Sung Kyu?
—No lo sé, pero...
—Debo verlo.
—Sí, claro, pero tú...
—No, Yeol, escúchame: Sung Kyu irá detrás de Jong Hyun. Sabe que no puede ganar, pero lo enfrentará igual. Porque ese era el plan —y de repente la angustia golpeó su pecho. Myung Soo, Sung Kyu—. Para que un rey viva, debe morir otro. ¿Lo entiendes?—. Y Jong dejó salir un sollozo—. Para que yo pueda ser el Maestro... Sung Kyu dejará que Jong Hyun lo mate.

Academia Dissander Donde viven las historias. Descúbrelo ahora