Capítulo 52.

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Lee Sung Yeol sujetó a Sung Jong de la cadera con fuerza, mientras el joven de delicadas facciones saltaba la barda que separaba los terrenos de la Academia Dissander del peligroso bosque. Y lo cierto era que Sung Jong jamás había estado en el sitio. Su deber como Segundo y su papel como hermano de Sung Kyu le habían confinado al interior de la escuela.
—¿Estás seguro de seguir?—. Inquirió Yeol—. Podríamos esperarlos aquí.
—De eso nada —rebatió el menor con voz dura, aferrándose al brazo del otro Cazador—. ¿Es que no te das cuenta de lo que Sung Kyu pretende al dejarnos tan lejos de ellos?
Sung Jong se tambaleó al tratar de dar un paso con la pierna lastimada y Sung Yeol se apresuró a sujetarlo.
—Claro que me doy cuenta, pero si él está planeando su muerte no veo la necesidad de que lo sigas.
—Eres un idiota.
—Sólo protejo a mi Maestro.
—¿O más bien a tu amante?
Gruñó Jjong, girándose para enfrentarlo al notar que los otros se habían adelantado lo suficiente como para dejar de verles.
—También.
—Sabes que me acostaba con Myung Soo.
Yeol hizo una mueca.
—Ya no será así. Después de que nos marchemos de la Academia no volverás a verlo.
Sung Jong soltó la risa al escucharle, sujetándose con más fuerza del alto.
—Tienes razón, Sung Yeol. Tienes mucha razón—. Jong observó la pistola que llevaba en el cinturón. Ni siquiera sabía si podría utilizarla aquella noche—. Myung Soo rompió conmigo. Supongo que estás feliz por eso.
—Sung Jong…
—Me quedaré contigo.
—Sabes que soy la mejor opción para ti—. Declaró Sung Yeol con solemnidad, tirando de él para envolverlo entre sus brazos—. Kim Myung Soo jamás podría entenderte como yo —Yeol separó un poco al Segundo para poder besar sus labios —y él nunca te amará como yo.
Sung Jong rodeó el cuello del otro, correspondiendo sus besos, pero sin decir lo que pensaba. Sin expresar su sentir, a saber, que Myung Soo le amaba mucho más, tanto que había sido capaz de renunciar a él. Su amor no era egoísta, el de Yeollie sí. ¿Y el de Sung Jong? El menor de los Kim fácilmente podría catalogarlo como oportunista. Un amor capaz de aferrarse a quién fuese. Lo había hecho con Sung Kyu, más tarde con Sung Yeol y ahora… ¿Qué tanto amaba realmente a Myung Soo?
Pero eso era algo que Sung Jong no pudo definir aquella noche. No cuando a mitad del apasionado beso de Sung Yeol la detonación de un arma de fuego a la lejanía los hizo dar un salto, uno en brazos del otro.
—¿Qué…?
—¿Le han encontrado tan pronto?
Le cortó Sung Jong, tratando de andar, pero con la herida lo suficientemente fresca como para impedírselo. Cayó de bruces sobre la tierra húmeda, jadeando a causa del dolor.
—Jongie.
Sung Yeol se dio prisa en levantarlo.
—Tenemos que… llegar con… ellos.
—Con tu pierna así no llegarás muy lejos.
Y era cierto. Sung Jong se mordió el labio, mirando hacia la espesura del bosque. Sintiéndose un inútil. Su hermano podría estar en peligro y él…
—Llévame en tus hombros.
—Sung Jong…
—¿No has dicho que protegías a tu Maestro? Pues obedécelo.
Creyó que Sung Yeol se negaría, pero Lee cedió, inclinándose un poco para permitir que Sung Jong se sujetase de su cuello, rodeando la cintura del mayor con las piernas. Era una postura muy parecida a la que solían tener cuando hacían el amor, sólo que al revés.
—¡Corre, Sung Yeol!
Apuró Jong mientras el otro echaba a andar. Y era que las cosas no pintaban nada bien ese día. Y Sung Jong estaba convencido de que el Gremio perdería mucho más de lo que ya había perdido.
Iban a mitad del camino cuando una segunda detonación resonó en el silencioso bosque. Sung Jong contuvo un jadeo, mientras Sung Yeol aceleraba el paso. Algo no estaba bien en todo eso… Algo que ellos… pero, ¿qué error habían cometido esa noche? Se habían marchado y Ho Won había cerrado las puertas de la Academia. En el sitio sólo quedaban licántropos y… y entonces lo supo. Porqué no todos en la Academia Dissander eran hombres lobo
Tae Min.
Pero aquel fue un descubrimiento tardío.
Sonó otra detonación y entonces la pareja de jóvenes amantes escuchó los gritos histéricos de Ji Soo:
—¡Min Ho! ¡Min Ho!
Sung Yeol dejó salir un jadeo y Sung Jong hiperventiló. Tenía la certeza de que había ocurrido algo irreparable. Algo que no tenía que haber ocurrido…
—¡Ji Soo!—. Surgió la voz de Sung Kyu desde más adelante—. ¿En dónde estás?
—¡Sung Kyu!
Éste era Woo Hyun, así pues ellos estaban bien, pero Min Ho… ¿Qué pasaba con Min Ho?
—Aquí.
Gimió la joven y gracias a ello Sung Yeol logró llegar hasta ella antes que Sung Kyu. Jong miró por encima de la cabeza del alto y sintió como si le clavasen una espina en el corazón al ver a Choi Min Ho sobre el lodo, con la garganta abierta de tajo mientras Ji Soo trataba de contener la hemorragia con las manos. Y Sung Jong no dejó de notar que parecía al borde de un colapso emocional.
—Está bien… está bien…
Susurraba. Sung Yeol dejó a Sung Jong a un lado, yendo a reunirse con ella. Y entonces Sung Kyu apareció, con la ropa llena de tierra y sangre.
—Quítate, Ji Soo.
Sung Yeol la apartó, procediendo él mismo a darle los primeros auxilios. Ji Soo retrocedió, tropezando con Sung Jong y logrando que ambos cayesen al suelo.
—¿Qué ocurrió?
—Woo Hyun nos traicionó—explicó Sung Kyu, con sangre en el labio—. Ki Bum y Tae Min venían con él.
—Ha sido Key.
Chilló Ji Soo y Sung Jong tuvo que sujetarla por la cintura.
—¿Lo mataste?
—Huyó, pero logré matar a Tae Min. Le disparé en la cabeza.
—¿Y Woo Hyun?
—Lo amarré a un árbol con plata.
Y ellos sabían muy bien lo doloroso que debía ser eso para Nam. No había un suplicio mayor para un hombre lobo que ser quemado con la plata. Lo dejaría en carne viva.
—Debiste matarlo.
Gruñó Yeol, usando un trozo de su camisa para contener la hemorragia. Sung Kyu abrió la boca, pero entonces Min Ho comenzó a convulsionar. Ji Soo gritó, pataleando.
—¡Sálvalo, Sung Yeol! ¡Sálvalo!
Y se mostraba histérica. Sung Jong la sujetó como pudo, pero entendiendo el dolor de Ji Soo. Ella y Min Ho habían sido pareja en prácticamente todas sus cacerías. Eran como hermanos.
—Cálmate.
Susurró Sung Jong, mientras Sung Yeol luchaba por preservar la vida de Choi, pero era demasiado tarde. Y la vida se le fue a Min Ho por esa herida abierta.
—Sung Yeol.
Trató Kyu al ver los ojos sin vida de Min Ho mirar al cielo, pero Yeol lo ignoró, empeñado en salvarle.
—Sung Yeol.
—No.
—Está muerto.
—¡No! No es cierto. Puedo…
—¿Qué?
Ji Soo logró zafarse de Sung Jong, arrastrándose por el lodo y las hojas muertas hasta llegar al cuerpo de su amigo. La Cazadora se aferró a él, llorando y gimiendo como un animal herido.
—¡No! ¡Min Ho, no! ¡No! ¡Tú no!
Sung Jong bajó la vista, con las lágrimas corriendo por sus mejillas, mientras Sung Yeol maldecía en voz alta, golpeando la corteza de un árbol con los puños. Y a la lejanía escuchaban la voz suplicante de Nam Woo Hyun.
Sung Kyu permaneció unos segundos inmóvil, mirando lo que quedaba de su equipo. El poderoso e invencible equipo Kim. Y ahora… Min Ho estaba muerto. Sung Jong herido y Ji Soo… La joven no parecía en condiciones de nada más. Pero con todo, tenían trabajo que hacer.
—Sung Yeol —habló el mayor del clan Kim —quedas a cargo.
—¿Qué?—. Salto Sung Jong—. ¿Qué estás diciendo, Sung Kyu?
—Iré a darle cacería a Ki Bum —siguió Sung Kyu, ignorando a su hermano—. Sácalos a todos del bosque. Busquen un auto y vuelvan a la base del Gremio. Es seguro que los refuerzos llegaran por la mañana.
—¿Y Woo Hyun?
—Déjalo dónde está.
Sung Kyu recogió la espada de Min Ho y la miró unos segundos antes de guardarla en su cinto.
—Déjame ir contigo.
Imploró Ji Soo entonces.
—No.
—Por favor. Min Ho me protegió de ellos y… por eso… por eso lo mataron —Ji Soo se levantó, con el cabello revuelto y el rostro pálido, pero con decisión a pesar del dolor—. Deja que yo mate a Kim Ki Bum con mis propias manos.

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