Capítulo 18.

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Sung Kyu no había creído que las palabras de Hee Chul serían seguidas al pie de la letra, pero se había equivocado. El primer día Min Ho no se separó de él en ningún momento, siguiéndole a todas partes, llegando incluso a dormir en la misma habitación. Sung Kyu creyó entonces que aquello no podría durar mucho, pero cuando al día siguiente fue Sung Yeol el que no se apartó de su lado comenzó a tener sus dudas.

¿Iban de verdad en serio?

Con todo creyó que podría soportarlo hasta que intentó hablar con Woo Hyun y Sung Yeol no lo permitió.

—Hee Chul nos advirtió que no dejáramos que te acercarás a ninguno de ellos.

Y eso ya era demasiado.

Sung Kyu dejó de prestar atención a las clases y dejó también de mirar a Woo Hyun, concentrándose entonces en lo que ocurría. Había un asesino detrás de él, alguien qué, según creencias de Hee Chul estaba en la Academia Dissander. ¿Que tan real era el peligro? Y era que a Sung Kyu no dejaba de intrigarle todo eso. Había estado un año en coma, indefenso. ¿No sería ese el momento ideal para matarle? Sólo que Sung Kyu no creía haber estado para nada indefenso.

Recordaba la mirada de esos chicos sobre él. La adoración. Ellos no habrían permitido que nada malo le ocurriese.

Al tercer día el turno le correspondió a Dong Woo. Claro que en comparación con los dos primeros éste le era más tolerable. Dong Woo reía casi todo el tiempo y tenía una extraña y pervertida manía de tocarle el trasero cada que tenía oportunidad; pero según le dijo el mismo era un viejo hábito de infancia. Y se suponía que ellos eran amigos desde entonces.

Sung Kyu se sentía deprimido de nuevo. Seguía sin poder recordar. Se sentía solo y no podía ver a Woo Hyun. Y descubrió poco después que tampoco a Sung Jong. Según le dijo Dong Woo su hermano no formaría parte de su red de vigilancia porque no podían confiar en él. En pocas palabras Sung Jong si le dejaría ver a Woo Hyun.

En la tercera noche Sung Kyu releía el libro de cuentos, su ceño se fruncía ante cada nuevo horror descubierto. No sólo por la historia de El Niño y el Lobo, sino por el resto. Todas eran para alentar el odio y la intolerancia hacia esas criaturas. El Vecino Vampiro, Los Gnomos del Jardín, La Bruja del Armario... Odio en su estado más puro. Su forma de decirle a los niños que estaba bien matarles porque todos ellos eran malos.

Te enseñaron a matar, pero no te enseñaron a amar.

Y esa frase que sabía era un recuerdo cobraba todo el sentido del mundo. Woo Hyun se la había dicho, estaba seguro, aún si no podía recordar en que momento había sido.

Sung Kyu miró hacia la cama de Dong Woo mientras cerraba el libro. No le sorprendió verle dormido. Recordaba a Min Ho leyendo y a Sung Yeol mirando por la ventana, soltando uno que otro suspiro, pero Dong Woo tenía poco aguante. Y Sung Kyu ya lo sabía.

Con mucho cuidado se levantó de la cama, buscando sus zapatos, atento a su guardián en turno, pero Dong Woo además tenía el sueño pesado.

Sung Kyu abrió la puerta de su habitación, casi esperando ver más vigilancia, pero aquel pasillo estaba vacío.

Perfecto.

Abandonó su habitación en silencio, atento a cada ruido producido hasta que llegó al final, un poco antes de dar con las escaleras.

Y le vio.

No le sorprendía realmente. Woo Hyun no había intentado verle, ateniéndose en cierta forma a las reglas del Gremio, pero Sung Kyu no tenía porque hacerlo. Lo extrañaba, algo dentro dentro de él le exigía verlo. Y además Sung Kyu sentía que en la única persona en la que podía confiar era en él. Que Woo Hyun era el único que no iba a lastimarle.

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