Capítulo 57.

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Fue por las muñecas.
Las quemaduras a causa de la plata.
La pegajosa sangre que no parecía tener fin.
Habían sido ellas las responsables de la ventaja inicial de Kim Ki Bum, pese a que ambos concluyeron sus dolorosas transformaciones a la vez, con el uniforme de la Academia Dissander hecho jirones. Key había reaccionado por puro instinto, corriendo hacia Sung Kyu y Ji Soo. Hacia aquellos que no eran como él.
Pero Woo Hyun…
Era como estar dentro del cuerpo de alguien más. Como jugar con marionetas, pero mejor. Porque pese al dolor en sus patas, se sentía mejor de lo que se había sentido en meses. Se sentía libre. Se sentía vivo. Muchas de sus preocupaciones como humano parecían estar alejadas de él.
Y pensó, mientras veía al lobo gris en el que Key se había convertido correr por el prado, que ya no era Nam Woo Hyun. Era un hombre lobo, con el pelaje dorado, los músculos definidos, de un tamaño impresionante, pero con ese dolor en las patas delanteras.
La plata.
Sung Kyu.
Y las quemaduras causadas por la plata le habían impedido detener a Key, ya que ese había sido su impulso inicial. Detener a Ki Bum. Proteger a Sung Kyu. Y el primero se había lanzado enloquecido hacia el segundo. Hacia su novio, ese al que había ido a proteger, ese al que había insistido en amar aún por encima de todas las prohibiciones.
Desde su punto pudo ver a Jong Hyun, la Bestia. Ese al que todos temían y supo que no tendrían la menor oportunidad contra él. Ni siendo tres.
Sung Kyu fintaba contra Jong Hyun, sin poder tocarle, pero a la vez sin dejar que éste le tocará. Era aterrador, aún más para el enamorado corazón de Nam.
Y entonces vio a Key correr hacia él.
Lo vio casi en cámara lenta, pensando en que Sung Kyu no podría defenderse de los dos ataques a la vez, pero lo hizo. Con la derecha mantenía en alto, en una clara actitud defensiva, la espada de Min Ho, pero con la izquierda utilizó una pistola semiautomática para disparar a Ki Bum y de ésta manera obligarle a desviar su trayectoria.
Woo Hyun vio a su compañero de Academia girar sobre el pasto, gruñendo, mostrando los colmillos con ferocidad. Nam sabía de antemano que Key no se controlaba, que actuaba por puro instinto y no el que Sung Kyu le había dicho esa noche. Key no buscaba con quién reproducirse, Key buscaba a quién asesinar.
Woo Hyun echó a correr entonces, sintiendo un dolor intenso ante cada zancada, con la piel de las patas casi en carne viva y con el pelaje teñido de rojo carmesí. Su andar no era tan rápido como deseaba, sobre todo porque veía a Key reponerse y prepararse para atacar de nuevo. Quizás por la espalda, quizás calculando el cuello de Kyu… pero cuando saltó, mostrando un estado físico superior al de Woo Hyun, apareció Jo Soo en escena, disparando contra el viejo amigo de Nam.
La expresión de la chica era de concentración absoluta, no errando los tiros contra Key, quién, sin embargo no parecía deseoso de rendirse y huir como lo haría un lobo en esas circunstancias. Y a Woo Hyun no le extrañaba. Aún si Key no tenía raciocinio debía haber una parte suya que le obligaba a quedarse con Jong Hyun. Sólo más tarde el prefecto consideró que podría tratarse de cosa de manadas.
Nam dudó un segundo en si debía ayudarla, pero pronto quedó claro que no. Ji Soo era excelente en el campo de batalla, se movía con soltura y decisión. Y lo cierto era que no debía extrañarle. Por algo la joven Cazadora formaba parte del equipo Kim.
Woo Hyun se giró entonces hacia Sung Kyu, quién ya no atacaba, sino que se limitaba a cubrirse de los ataques feroces de Jong Hyun con la espada, retrocediendo, pero sin mostrar miedo ni vacilación. Resignado a cumplir su destino. Cerrado ante la idea de que el destino lo escribía uno mismo.
Jong Hyun le lanzó un golpe directo, el cual Kyu pudo resistir gracias a la espada, pero sin pasar por alto el poco efecto que la plata tenía en el hombre lobo. Sabía que aquello sería difícil, pero al estar frente a frente su veredicto habia cambiado. Matar a Jong Hyun era una tarea imposible. Moriría y se llevaría a Ji Soo y a Woo Hyun con él.
Woo Hyun.
Sung Kyu se giró a tiempo para ver al lobo dorado embestir al de pelaje rojizo, pese a la diferencia de complexiones. Jong Hyun era realmente una bestia.
—Woo Hyun.
Nam dio un salto hacia atrás, esquivando el ataque defensivo de Jong Hyun, posicionándose junto a Sung Kyu.
—¿Eres tú, Woo Hyun?
El lobo asintió, mirándole fijamente. Sung Kyu pudo ver en aquel gesto a su novio, sintiendo además el amor y la intensidad con la que Nam siempre le miraba, como si fuese la cosa más valiosa para él.
—Te dije que no vinieras.
Siseó Sung Kyu y los dos lograron rechazar otro ataque de Jong Hyun, quién se había impulsado con sus patas traseras para poder alcanzar a ambos. Woo Hyun se hizo a un lado y fue entonces que Sung Kyu notó sus patas. Mierda. Eso no tenía que ser así en lo absoluto. Se suponía que Woo Hyun estaría a salvo ahí. Se suponía que no tendría que enfrentarse a Jong Hyun, pero Sung Jong nunca cumplía una orden cuando consideraba que no era moralmente aceptable. Como si liarse con dos tipos a la vez fuese muy moral…
Sung Kyu corrió hacia Woo Hyun y logró protegerlo de otro ataque. La espada de Min Ho era resistente. No por nada solía ser el guardián del equipo. Y Sung Kyu hubiese dado casi cualquier cosa por verle blandirla una última vez.
—Estás herido, Woo Hyun —dijo, empujando al lobo dorado con su espalda—. Quédate detrás de mí. Yo te protegeré.
Woo Hyun gruñó por respuesta, pero, ignorando las indicaciones de Sung Kyu, le empujó a un lado cuando Jong Hyun volvió a atacar, recibiendo un golpe directo en el hocico. Y su sangre no tardó en fluir.
Sung Kyu se levantó del pasto tan rápido como pudo, pero al hacerlo sintió a Ji Soo chocar contra él. La chica había sacado su propia espada e intentaba vencer a Ki Bum.
—¿Estás bien?
—Sí, pero es fuerte, Maestro.
—La cabeza.
Inquirió Sung Kyu y se separaron de nuevo, cada uno sumido en su propia pelea. Kim llegó a tiempo para apartar a Jong Hyun, encajando la punta de la espada en su lomo, pero fue rechazado de inmediato por el hombre lobo. Tenía una fuerza descomunal.
—Woo Hyun. Déjamelo a mí.
Volvió a ordenar Sung Kyu, pero el prefecto se negó. Tanto de hombre como de lobo era un necio aferrado, pero Sung Kyu tuvo tiempo de corregirse. No era un necio aferrado, sólo era un hombre enamorado y, según la filosofía de Woo Hyun, eso era lo que debía hacer: luchar contra el mundo para defender su amor.
Sung Kyu volvió a tomar su arma, tratando de apuntar desesperadamente a uno de los ojos de Jong Hyun, si podía cegarlo quizás tuviese una oportunidad. Pero ese fue un plan que quedó en el olvido cuando Ji Soo, dando un grito de triunfo, dio un salto y, de un corte limpio y casi perfecto, le cortó la cabeza a Ki Bum. Y las notas de Ji Soo siempre habían sido sobresalientes.
Kim giró el rostro sólo un segundo y Jong Hyun aulló a causa del dolor. Corrió hacia ellos. Woo Hyun trató de detenerlo, pero la Bestia lo esquivó. Kyu hizo otro tanto, pero Jong Hyun se inclinó y lo golpeó con el lomo, sacándolo por los aires.
Y entonces Jong Hyun, pasando del hecho de que ella era su hermana, le arrancó el pie derecho de una mordida. Ji Soo cayó de costado, pero sin llorar, mirando fijamente la sangre chorrear por el hocico del licántropo. Su sangre.
Y Sung Kyu supo que Jong Hyun la mataría. Que ya no le importaba que Ji Soo fuese su hermana. Igual iba a matarla. Y no podía dejar que eso pasará. Ya había perdido tanto esa noche…
Pasó junto a Woo Hyun, sintiendo un dolor sordo en la parte baja de la espalda, pero ignorándolo. Y, sin darle tiempo a Jong Hyun de volver a atacar, Sung Kyu encajó la espada de Min Ho en el lomo de la Bestia. Jong Hyun soltó un chillido, volviéndose y derribando a Sung Kyu de un golpe en el pecho, rasgando su camiseta. Pero con el mango de la espada sobresaliendo del pelaje.
Ji Soo gritó por detrás de ellos, con el rostro pálido y la sangre fluyendo del sitio dónde antes había un pie.
Woo Hyun echó a correr, luchando contra el dolor y las limitaciones de su cuerpo, apenas llegando para interponerse entre Sung Kyu y Jong Hyun, recibiendo él el siguiente ataque, sintiendo las garras de Jong Hyun hundirse en su piel.
—Woo… Hyun…
Gimió Sung Kyu, con la camiseta empapada en sangre.
Woo Hyun gruñó. No toleraba ver a Sung Kyu así. Sung Kyu, quién le había salvado aquella primera vez. Sung Kyu, quién nunca flaqueó y siempre fue valiente. Sung Kyu… Sung Kyu… Sung Kyu…
Nam se incorporó, con las fauces abiertas, lanzándose contra el cuello de Jong Hyun, pero éste lo esquivó y ambos rodaron por el pasto. Era una pelea de mordidas y gruñidos.
Sung Kyu miró a Ji Soo entonces. La Cazadora sollozaba mientras improvisaba un torniquete con su blusa, quedando solamente con un pequeño sujetador rosado para cubrirle. Y con su sangre.
—Ji…
—Estoy bien.
Replicó ella, sin mirarle, con el rostro sucio, llorando desesperadamente a causa del dolor.
Y entonces Sung Kyu se giró hacia Woo Hyun, quién no tenía la menor posibilidad de matar a Jong Hyun, quién, aún con la espada en el lomo era invencible. Kim se levantó como pudo, tanteando en busca de algún arma hasta hallar la espada de Ji Soo, manchada con la sangre de Ki Bum.
Y, de la misma forma en que Nam mirase los eventos pasados en cámara lenta, Sung Kyu observó como Jong Hyun vencía a Woo Hyun, aplastando sus patas, heridas a causa de la plata; y se preparaba para destruir su garganta de una mordida. Y en esa misma cámara lenta, Sung Kyu se vio llegar, ignorando el dolor, el miedo y su propia sangre, y cortar de un tajo una de las patas delanteras de Jong Hyun.
El hombre lobo autentico soltó a Woo Hyun y Sung Kyu cayó sobre el pasto, mirando a Jong Hyun aullar de dolor, sólo para instantes después recuperar su forma humana. Con el odio grabado en sus facciones.
—Hijo de puta. Debí haberte matado hace mucho tiempo.
—Detente, Jong. Por favor.
Le pidió Ji Soo desde el otro lado.
—Cállate, perra.
Sung Kyu volvió a tantear en el pasto, pero no tuvo suerte está vez. Y Jong Hyun, sin mano y con una herida sangrante en la espalda, llegó hasta él de tres zancadas y lo pateó con brutalidad en la cara, rompiéndole la nariz.
Ji Soo empezó a gritar de forma débil, pero pronto Jong Hyun sujetó la cabeza de Sung Kyu por la nuca, sonriendo.
—Adiós… Maestro del Gremio.
Y comenzó a estrellar la cabeza de Sung Kyu contra la tierra, con la sangre y la piel saltando en todas direcciones. Sung Kyu no se opuso. Ese era su final. Ese era su destino.
—¡SUNG KYU! ¡SUNG KYU!
Gimió Woo Hyun, en su forma humana, con el pecho bañado en sangre y las muñecas hechas girones, corriendo hacia él. Y cuando Jong Hyun volvió el rostro, con una sonrisa triunfal, su cabeza explotó como si fuese una sandía. La bala que Woo Hyun disparó aquella noche no era de plata, pero si de punta hueca.
El cuerpo de Jong Hyun se desplomó hacia atrás y Woo Hyun llegó junto a Sung Kyu, tirando de él, observando ese rostro que tanto amaba cubierto de sangre.
—Amor, estarás bien.
—Hyunnie…
—No hables.
—Mi cabeza.
Jadeó Sung Kyu, mirando a Woo Hyun a través del dolor y de todo ese rojo.
Nam dejó salir un gemido aterrado, arrancándole a Sung Kyu la camisa para frenar la hemorragia de la herida que tenía en la cabeza. Miró a Ji Soo en busca de ayuda, pero la chica se había desmayado. Si no conseguía ayuda pronto los dos morirían desangrados.
—Esto… esto… es todo…
—No. No lo es.
—Woo… Hyun… yo siempre… yo siempre…
Woo Hyun lo besó, sin importarle la sangre o los huesos rotos. Sung Kyu se le iba, maldición. Se le escapaba la vida por esa herida abierta. Y él no…
—¡Sung Kyu!
Nam se giró, mirando a Sung Jong correr hacia ellos, con la pierna llena de sangre y mugre, pero curada. Y por detrás de él…
—Los curaran a todos.
Jadeó Sung Jong, mirando los ojos vidriosos de Sung Kyu, quién no parecía enterarse de nada.
—Salvaremos a los dos —declaró el pequeño elfo líder, más joven que el resto, de un clan casi nuevo tras una disputa por el territorio—. Pero conoces nuestras condiciones, Sung Jong.
—Lo haré. Yo seré el Maestro como ustedes quieren, pero, por favor…
—Sung Kyu.
El mayor de los Kim escuchaba esas palabras, pero no entendía el significado. Su cabeza iba vaciándose de forma lenta y ya no dolía nada. Porque él… miró al joven rubio que lo miraba. Al parecer no llevaba ropa y…
Woo Hyun.
Pero recordar era tan… difícil. Mantener los ojos abiertos era casi un crimen.
—Sung Kyu, mi amor. Sung Kyu.
Sung Kyu.
Y sintió la oscuridad llegar, precipitándose hacia él como… como un lobo hambriento.
¿Un lobo?
Te amo, Sung Kyu.
Y un recuerdo.
¿Por qué el lobo siempre tiene que ser el malo?
Y luego…
Nada.

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