Capítulo 21.

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De forma lenta y monótona las cosas en la Academia Dissander volvieron a la normalidad, a las clases incomprensibles y a los días eternos, claro que la diferencia era que Sung Kyu no estaba nunca solo. Ya no tenía solo un vigilante, sino dos. Y aquel día, dos semanas después de la muerte de Yoon Joo y la cual había pasado como un accidente, Sung Kyu se hallaba en clase de Historia, con Dong Woo sentado a un lado y Ji Soo al otro. Se suponía que ella estudiaba en otro grado, pero dadas las circunstancias... Y Sung Kyu se había pasado esas dos semanas sin ver a Woo Hyun más que de lejos.

Y ni hablar de que la captura del asesino seguía sin ser posible. Hee Chul había dicho tener un par de sospechosos, pero no había nada concreto.

—Sung Kyu —le habló la voz dulzona de Ji Soo mientras abandonaban el aula —¿cómo siguen tus dolores de cabeza?

—Bien —mintió el mayor.

No habían empeorado, pero tampoco mejoraban. Además sus sueños con los gruñidos y el pelaje dorado habían regresado, con más intensidad que antes. Sólo que ahora también le parecía escuchar gritos y lamentos. ¿El ataque? No lo dudaba. El momento en que sus padres habían muerto y en el que Woo Hyun le había salvado la vida. ¿No habría podido salvarlos a ellos también?

—Hee Chul habló de algunas medicinas...

—Nada de eso funciona, Ji Soo.

—Oh.

Dong Woo les dio alcance entonces. Sung Kyu sabía lo mucho que le había costado al chico conseguir que Hee Chul y el resto perdonaran su descuido al quedarse dormido en su guardia, pero no era como si Kim estuviese molesto con él. De hecho agradecía aquello. Agradecía aquel dulce y erótico momento en compañía de Woo Hyun.

—Ji Soo, ¿Hee Chul te dijo que...?

—¿Qué?

—Sobre Soo Eun.

—¿Quién?

—El chico de primero que tiene una obsesión por las plantas.

—Oh. Ese chico. Sí, nos lo dijo a todos anoche.

—¿Que pasa con él? —se interesó Sung Kyu, porque era al único al que no dejaban asistir a las reuniones entre el Gremio y la Academia Dissander. Él era el futuro maestro y todos parecían de acuerdo en mantenerlo en la ignorancia, lo cual le irritaba. Saber cosas podría ayudarle a recordar, dejarlo al margen lo mantendría sumido en la oscuridad.

—Se ha estado saltando el toque de queda para ir al invernadero a regar sus plantas.

—Y esta mañana no ha asistido a clases —completó Dong Woo—. Hee Chul quiere que lo busquemos.

—¿Por qué nosotros? —se quejó Ji Soo—. Es problema de los lobos, no nuestro.

—Hee Chul cree que el chico puede haber visto algo.

—También puede estar muerto —gruñó Ji Soo.

—También. ¿Quieres que vaya yo o...?

—Todo ha estado muy tranquilo. Iré yo.

—¿No será que quieres ir a pelear con Mi Joo y Kei? —inquirió Sung Kyu sin pensar.

La chica abrió los ojos de golpe.

—Joven Maestro, yo...

—Olvídalo. Ve. Yo me quedaré con Dong Woo. Y dile a Hee Chul que no se preocupe, me portaré bien.

Ji Soo asintió, marchándose al momento. Sung Kyu no pudo evitar suspirar. Había descubierto que era una buena chica, tanto como lo eran Mi Joo y Kei. Y era una lástima que sus prejuicios le impidieran ser amiga de las chicas.

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